REVISTA COMFENALCO No. 42

• C O L U M N I S T A I N V I T A D O •

Un Corte Clásico, por favor Por Iván Cárdenas Donado

Gerente de Programas en Fundación Gabo

Desde entonces, de una forma un tanto masónica todos los diciembres me reúno con un grupo de compañeros del colegio. Años tras años nos vemos los mismos de siempre, recordamos las mismas anécdotas y nos burlamos de los mismos chistes. De cierta forma, es como si todo lo que ocurriera

Un día eres un estudiante cualquiera cursando uno de los últimos grados de secundaria estipulado por el sistema educativo de tu país; y al día siguiente, por los avatares infructuosos de la adultez, te encuentras batallando entre cuentas por pagar, los costos de una arroba de arroz y comprando sartenes, plancha y cosas “útiles” para el uso diario del hogar. ¿Cómo cambia la vida en tan pocos años? Hacer reminiscencia de la vida escolar es recordar nuestra incapacidad de imaginar el futuro de una forma práctica, si nuestra inmadurez juvenil no nos mantuviera cegados, tal vez hasta el regaño más duro, la citación por un corte “indebido” de cabello y la suspensión por “volarse de clases” las fuéramos recibido con la convicción de que era lo más adecuado y justo en su momento. Luego de mentarle la madre en voz baja tantas veces a mi coordinadora por insistir que no tenía un corte de ŜŀśūƧƧƼѐ бŜƧŁǪƐŜƼвϺѐ ɯƲŀƧưūƲǷūѐ ūƧѐ ͵ʹѐ ţūѐ diciembre de 2009 recibí un cartón en el Centro de Convenciones de Cartagena que decía que formalmente era un bachiller de Colombia, con facilidad se podría decir que era uno más del montón, pero no, en realidad era un joven menos de clase media baja que lograba graduarse y disminuir la brecha de desigualdad en un país donde el acceso a educación de calidad sigue siendo descaradamente brutal. Ese año el colegio había quedado en la categoría Superior según las pruebas del Icfes y nos estábamos graduando más de 300 muchachos.

durante la vida escolar quedará inmortalizado en el recuerdo colectivo de todos los que fuimos protagonistas o testigos de los hechos. De esa forma comprendí, que el estudiante no es el que pasa por el colegio, es la institución educativa la que pasa y deja una huella indeleble por la vida de cada uno de sus estudiantes. Uno no tiene la fortuna o el infortunio de escoger la familia en la que nace, y muy pocos niños tienen la capacidad de elegir el colegio donde estudian. Si algo le tengo que agradecer a la vida, es darme la oportunidad de nacer en una familia que decidió y luego me permitió libremente estudiar en el colegio que quise, aunque me jodieran por mi corte de cabello. Gracias padres por ser cómplices de una de las mayores aventuras de mi vida: ser estudiante de la Ciudad Escolar Comfenalco. ” “ PD: Cada vez que voy a la barbería siempre digo lo mismo: un corte clásico, por favor.

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