S E N C I L L A G U Í A I N F A L I B L E P A R A N O C A E R E N L A T R A M P A T U R I S T A : S I E L R E S T A U R A N T E T I E N E E L M E N Ú E N C U A T R O ( O M Á S ) I D I O M A S , T I E N E F O T O G R A F Í A S D E L O S P L A T I L L O S Y E S U N A C A R P E T A C O N P R O T E C T O R E S D E H O J A S , A L É J A T E .
ahora que ya dejaron detrás conflictos políticos, bus- can llenar sus ciudades de turistas que arrojen dinero. Al igual que cualquier industria, el turismo necesita de una infraestructura sólida para sostenerse, pero estos países ya se dieron cuenta de que es más barato cons- truir hoteles, aeropuertos y carreteras, que fábricas. El boom depende de los gobiernos y sus políticas, que a veces brillan por su ausencia, ya que es más fá- cil promover una fuente, un monumento o un parque nacional, que regularlo. Esto deriva en un gran peligro que se asemeja a lo que le ocurrió a Venecia, en donde apenas viven 50 mil personas, pero recibe cada año a 30 millones de paseantes. Barcelona, por ejemplo, pasó de 3.6 millones de turistas en 2005 a casi 6 millones 11 años después. Es un beneficio a corto plazo y atractivo para los políticos: genera demasiado dinero y empleos. DOMAR A LA BESTIA Hay esfuerzos para contener este fenómeno voraz. Al- gunos gobiernos sí han hecho caso a las peticiones ciu- dadanas: en Holanda han regulado el abuso de plata- formas de hospedaje y los usuarios pueden ofrecer sus propiedades hasta 60 días al año. Además, Ámsterdam ya no es promocionada como un destino obligatorio.
Pero difícil que esto se replique en otros países. Es más: en ciudades destino, como Praga, varias empresas ofrecen tours en segways . Es la hermosa experiencia de conocer una ciudad a toda velocidad sin siquiera pisarla. Mientras haya turistas que lo demanden, es difí- cil que los gobiernos lo combatan. Si le preguntas a tus amigos qué harían con un millón de pesos gratis, la mayoría diría viajar. Queda en nosotros, como tu- ristas, ser conscientes de nuestros comportamientos y nuestros consumos. Tener en cuenta que las apps de alojamiento modifican estructuras habitacionales en Puerto Vallarta; sitios web compiten durísimo por ofrecer el precio más barato (sacrificando beneficios al cliente); apps de reseñas están cambiando negocios para ofrecer opciones más tourist-friendly . Y todo para que el visitante gaste y diga que ahí ya estuvo. Pero su sentir se mantiene: nadie quiere ser turista cuando hace turismo.
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