Hilando voces: estudio del discurso de odio en la escuela

En cuanto a las reacciones ante este tipo de situaciones, el profesorado manifiesta recurrir principalmente a sus propias armas personales: la coherencia, la empatía y sus habilidades so- ciales para sobrellevar y solucionar los proble- mas surgidos. En cambio, el alumnado no confía ni en el tipo de sanciones utilizadas ni en su efec- tividad. A título personal, muchas veces el profe- sorado se siente frustrado cuando intenta tratar el problema directamente ya que le resulta muy difícil llegar a los estudiantes y además muchas veces éstos ocultan o relativizan el problema. Respecto a los apoyos que puedan recibir, el pro- fesorado se siente, por lo general, respaldado por el equipo docente y directivo, aunque no tanto a nivel de instancias superiores. Y el alumnado desconfía del profesorado con frecuencia para este apoyo, aunque señala a la dirección como persona segura y de confianza. En pocos casos, es a la familia a la que ven como un respaldo. Un aspecto común que el profesorado seña- la es que el alumnado difumina el discurso de odio con las bromas y juegos y esto hace difí- cil poder tratar el problema como algo serio. La percepción del alumnado, por su parte, es que existe cierto desinterés por parte del profesora- do y también del propio alumnado. La parte del alumnado que está sensibilizada con el discurso de odio no considera que las agresiones se traten de bromas. El alumnado muchas veces piensa que o no tienen confianza para informar a docentes o dirección del centro (afirman también que el profesorado no sabe cómo relacionarse con el alumnado), o que des- de estas autoridades no se hace lo suficiente por lo que no soluciona nada. El alumnado piensa que no todo el profesorado está sensibilizado con el problema o lo cono- ce a fondo (aspecto que choca con la realidad y frustración del profesorado participante) y, aunque reclaman más autoridad y mano dura, también señalan el castigo como una respues- ta institucional al discurso de odio poco efec- tiva (en este sentido el profesorado coincide y

señala como la estrategia más efectiva la em- patía y poder llegar al alumnado, aspecto que no siempre resulta fácil de aplicar debido a las competencias no tradicionales de la docencia que esto requiere). El profesorado indica que es importante la em- patía con el alumnado agresor para poder cam- biar su actitud como con la víctima, mientras que el alumnado indica como clave la empatía con el alumnado víctima para poder detectar el problema y dar apoyo. El alumnado víctima percibe que la convivencia con agresores es un problema y también señala como estrategia personal de respuesta al discurso de

odio el suspender o repetir apos- ta (el alumnado) para no llamar

la atención o no coincidir con las mismas personas de clase. Este aspecto no parece haber sido

detectado por el pro- fesorado. No existe consenso entre el alumnado sobre la efectividad de inicia- tivas institucionales como conferencias e información en el instituto para frenar el discurso del odio.

En cuanto a las respues- tas de las familias, tanto pro- fesorado como alumnado coin- ciden en señalar las dificultades que las familias tienen para el reconoci-

miento y la identificación de la responsabilidad de sus hijos e hijas en este tipo de situaciones, y señalan la poca aceptación que tienen e inclu- so el que las familias se sientan sobrepasadas o desbordadas con este tipo de casos o hechos. No obstante, el alumnado también ha señalado la dificultad del profesorado a la hora de avisar a las familias del alumnado implicado en conflic- tos relacionados con discurso de odio.

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