ANUARIO 2023 DE INFORME COTEC
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ENTREVISTAS
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“ESTAMOS INTENTANDO DISEÑAR UN PROTOTIPO DE ALDEA, CON LAS DIFICULTADES QUE SUPONE DESDE EL PUNTO DE VISTA INTELECTUAL, ADMINISTRATIVO Y NORMATIVO”
¿Por qué renunciar a la ciudad y regresar a la aldea?
Es inevitable recordar el Romanticismo, que reivindicaba la vuelta a la naturaleza. Pero usted no quiere hablar de naturaleza , sino de campo , y es muy crítico con el conservacionismo.
No se trata tanto de renunciar a la ciudad como de limitar su crecimiento y explorar nuevas formas de vida en el campo. La ciudad nació hace miles de años, cuando un conjunto de aldeas decidió crear una centralidad para reunirse y comunicarse con el cosmos. Después vendrían las ciudades comerciales, las ciudades-estado y la ciudad industrial, antesala de las actuales megaciudades. Así que la aldea es anterior a la ciudad y eso requiere una reflexión sobre el papel que estas pequeñas e inteligentes estructuras protourbanas pueden desempeñar en la sociedad posindustrial. Porque muchas de las grandes aspiraciones de la humanidad ya las había alcanzado a su modo la aldea: la economía circular, la retención del carbono en el suelo, los procesos agroecológicos de manejo del territorio, el control de los incendios, la biotecnología… Podemos ver el impacto de nuestra civilización industrial en cualquier escala, local o planetaria. El crecimiento cancerígeno de la ciudad ha convertido la idea de la polis griega en un artefacto monstruoso. Hemos conseguido importantes avances, pero ahora vivimos en un mundo donde el agua está llena de microplásticos, el cóctel químico del aire es tremendo, la comida es cada vez más frankenstein , tenemos problemas de intolerancias… Los procesos industriales han creado muchas oportunidades para la humanidad, pero han acumulado un montón de problemas en la biosfera y en nuestra forma de vida. Por eso insisto en la transición y en la cohesión territorial, para ver si somos capaces de vivir en entornos rurales, con tanta o más calidad de vida que en megaciudades rodeadas de desiertos demográficos.
Sí, por una razón: porque nadie vive en la naturaleza en estado puro; la selva amazónica, por ejemplo, no es precisamente hospitalaria. Henrique Pereira, un arquitecto paisajista portugués y buen amigo, suele decir: O homem é um animal de clareiras , o sea, el ser humano es un animal que hizo claros en los bosques para vivir. Las ciudades son más confortables que las aldeas, pero son inorgánicas y generan varios problemas. En cambio, la aldea mantiene el contacto con la naturaleza, pero desde la posición de campo, no de selva. Mi crítica al conservacionismo actual es que es un movimiento netamente urbano, extrañamente fascinado por la parte salvaje de la naturaleza, que desconoce el papel histórico de las comunidades campesinas en la formación y gestión del paisaje. El ciclo agrario clásico, del que la aldea fue su máximo exponente, ya funcionaba en economía circular. Se recogía la cosecha y, antes de iniciar una nueva, se devolvía la fertilidad al suelo, a través del proceso de cuchar , como llamamos en Asturias a la fertilización orgánica. Había que reservar una parte de la cosecha para cultivar otra vez y todo eso formaba parte de los ciclos. Muy poco llegaba desde fuera, porque vivían en entornos de cuasi-autosuficiencia. Y no digo que tengamos que volver a eso, pero hay que cerrar esos ciclos. El pensamiento industrial fue lineal: cojo un recurso, hago un producto y genero un residuo. La aldea toma un recurso, genera un producto y devuelve el residuo a la tierra, para que siga creciendo el recurso. Utiliza el capital natural para producir réditos y devuelve parte de esos réditos para no mermar el capital natural. Esa es la idea.
¿Cómo se manifestaba la economía circular dentro de la aldea?
¿Qué impacto ha tenido esta explosión de lo urbano en el territorio?
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