ANUARIO 2023 DE INFORME COTEC
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ENTREVISTAS
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“Es necesario alentar la innovación territorial. Lo ideal sería crear un sandbox , un espacio donde podamos diseñar y experimentar con un prototipo de aldea del futuro”.
¿Cuál sería el papel del Estado en este asunto?
El papel del Estado sería el de reconocer que el pensamiento industrial y el capitalismo nos separaron precisamente de nuestra condición; y aquí juego etimológicamente con las palabras, de verdaderos seres humanos , como aquellos que se relacionan con el humus, con la tierra, que eran los campesinos. Los que nos fuimos a la ciudad dejamos de relacionarnos con la tierra y nos convertimos en, si se me permite la expresión, seres urbanos . Y las generaciones que vienen ahora, los más jóvenes nativos digitales, ya directamente están en la virtualidad. No tienen esa comunión, esa relación con la tierra, y el Estado debería trabajar para reconciliarnos con ella. Reforzando la localización. Siempre fuimos locales y globales. Desde el origen de la ciudad hasta la década de 1950 del siglo pasado, algo tan fundamental como la alimentación era básicamente local. Los campesinos abastecían las ciudades, donde estaba el mercado y unas tiendas de ultramarinos en las que se vendía lo que no se producía localmente: el aceite, el chocolate, el café... Si evaluáramos la alimentación en cualquier ciudad española hace 80 años, veríamos que el 80%, por avanzar una cifra tentativa, era local, y el 20% era global. Luego aparecieron los economatos de empresa, los autoservicios de las multinacionales, los hipermercados, los sitios de comida rápida… Ahora el 99% de la alimentación es global. Pero no solo es global, es frankenstein . Es decir, está preparada para hacerte adicto a un montón de cosas. El capitalismo entró para hacernos adictos a esa alimentación. Y ahí empiezan muchos de los problemas actuales de salud: obesidad, diabetes, etcétera. Estamos hablando de saber cuál va a ser el futuro de la alimentación y de la gestión del mundo rural, y yo creo que la tecnología tiene que servirnos para volver a tomar tierra, para reconciliarnos con nuestra condición de seres humanos. La aldea suele generar recelos en la modernidad urbana, que la considera extinguida y propia de museos etnográficos. Pero algunos creemos que tiene futuro y que se pueden actualizar muchos de sus conocimientos y valores. Ahora mismo estamos intentando diseñar un prototipo de aldea, con todas las dificultades que eso supone desde el punto de vista intelectual, administrativo y normativo. Porque, por ejemplo, no se puede recuperar un molino en un río para producir electricidad, ya que la confederación hidrográfica no te lo va a permitir o se va a demorar demasiado con los permisos. Por eso queremos trabajar desde el Gobierno con la Fundación CTIC para alentar la innovación territorial. Lo ideal sería crear un sandbox , un espacio donde podamos diseñar y experimentar con un prototipo de aldea del futuro. No se trata de volver a la aldea preindustrial, pero tampoco creo que en el futuro haya que huir hacia adelante e irnos a vivir a Marte envueltos en tecnologías alienígenas. Volver a la vida en aldeas no es ciencia ficción y existe tecnología suficiente para que sea una opción atractiva. Estamos hablando de retomar la vida en el campo con las ventajas tecnológicas y el bienestar actuales, en una vida más coherente con la preservación de la biosfera.
Pero ¿cómo se cambia un mundo que va hacia la globalización y la urbanización, cómo se altera ese rumbo?
Usted cree que sería factible reactivar las aldeas, que considera como células durmientes .
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