'Anuario 2023' de Informe Cotec

ANUARIO 2023 DE INFORME COTEC

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ENTREVISTAS

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Una nueva economía rural Para Jaime Izquierdo la gran innovación pendiente es promover una nueva economía específica para los territorios rurales, en proceso de abandono, que refleje la complejidad de los modelos de producción, los estilos de vida y las relaciones laborales, y que sea atractiva para nuevos pobladores. Una economía inédita que: ( 1 ) Convierta el campo en un espacio de nuevas oportunidades gracias a la tecnología, la restauración de la cultura del territorio y el respeto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ( 2 ) Recupere la gestión innovadora de los sistemas agroecológicos locales para generar energía, producir alimentos saludables, conservar la biodiversidad y gestionar el paisaje, como alternativa a los procesos intensivos agropecuarios. ( 3 ) Promueva la economía circular en un territorio cultural atractivo para vivir, que incentive la diversificación productiva, el asentamiento de teletrabajadores, artistas, pequeñas empresas y turismo rural.

¿Se entienden las implicaciones políticas de pasar de la gestión urbana, regional, estatal, regional... a la microlocal, a la aldea?

Sí, y curiosamente tienen menos dificultades para entenderlas las personas mayores que vivieron la lógica y la cultura campesina que los jóvenes funcionarios. La Administración tiene dificultades para entender que la conservación de la naturaleza más frágil, declarada en muchos casos espacio protegido, depende de los mecanismos económicos que favorezcan su conservación y de implicar a la comunidad local. Muchos de los actuales habitantes de la aldea valoran el trabajo agroecológico que hicieron sus antepasados. Por eso insisto en que tiene mucho interés una revisión intelectual o tecnológica de lo que hicieron los campesinos, asunto que es más fácilmente entendido por ellos que por los que se formaron en las universidades del pensamiento industrial. Yo me entiendo mejor con los paisanos que con los burócratas de Bruselas o de Madrid. Sí, la relación con la tierra es extraordinariamente importante en la confección de lo que somos. Y muy similar en todos los territorios, aunque sean distintos los recursos de cada sitio. Por ejemplo, los sistemas adehesados de Extremadura, de bosque hueco de encina y alcornoque, son similares a los adehesados de la isla de La Gomera, de palmera, o a las pomaradas asturianas, de manzanos, aunque unos aprovechen la bellota y el corcho, otros hagan miel de palma o nosotros hagamos sidra. Y debajo de los árboles siempre están las vacas, los cerdos, las ovejas o las cabras, en función del pasto disponible. Los campesinos de cualquier parte del mundo se entienden mejor entre ellos que con los habitantes de la ciudad, los funcionarios y los científicos demediados o hiperespecializados. Los que hemos perdido el conocimiento y la importancia de la aldea somos nosotros y por eso nos comportamos cada vez más como extraterrestres en nuestro propio planeta. De vez en cuando aparecen noticias que proponen que si se acaba la Tierra nos iremos a vivir a Marte. La pregunta sería ¿por qué hay que irse a vivir como marcianos si lo que deberíamos hacer es volver a vivir como paisanos? Como terrícolas de verdad. El espacio exterior que tenemos que conquistar en el siglo XXI es el rural, ahora abandonado. Tenemos que dejar atrás el gran sarampión de la industrialización y la urbanización del siglo XX y ver si somos capaces de volver a poner los pies y las manos en la tierra. Pero no como un ejercicio de sacrificio, sino como un ejercicio de bienestar.

¿Esta relación es igual en una aldea de Asturias que de Marruecos o de Nueva Zelanda?

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