El IICA ante Covid-19 (Julio)

Blog Sembrando hoy la Agricultura del futuro

Las crisis del COVID-19 y la importancia del enfoque territorial

La pandemia del COVID-19 y la estra- tegia de aislamiento social han evidenciado como un punto central de la agenda pública la necesidad de que la sociedad y el poder público reconozcan definitivamente la im - portancia socioeconómica y ambiental de determinados actores rurales, en especial de la agricultura familiar, y de su contribu- ción fundamental para el desarrollo nacio- nal y el abastecimiento de alimentos. En un momento en que una parte significativa de los sectores económicos se encuentran con sus actividades paralizadas, en los espacios rurales, las distintas cadenas de producción agroalimentaria siguieron operando para viabilizar la seguridad alimentaria y nutri- cional de nuestras sociedades. La continui- dad de los procesos de producción, transfor- mación, acopio y comercialización de los alimentos ha contribuido a la preservación de la salud de las poblaciones y evitado, por lo menos hasta el momento, la emergencia de situaciones más críticas derivadas de una eventual falta de oferta alimenticia diversi- ficada. En ese sentido, la conjugación de esta crisis y de sus efectos abre la oportunidad para poner en el centro de la agenda política de los gobiernos de América Latina y el Ca- ribe (ALC) la discusión sobre la relevancia social y económica de las actividades desa- rrolladas en las zonas rurales, en particular aquellas que buscan configurar la construc - ción de una agricultura incluyente, sosteni- ble y resiliente. De forma complementaria, este escenario reafirma la importancia del Estado, como agente propulsor de las trans- formaciones, y de la implementación de po- líticas públicas que garanticen la adecuada integración de los diferentes sectores invo- lucrados en las cadenas de valor. Los efectos de la pandemia asociados a los desafíos de las crisis planetarias previa- mente existentes (energéticas, ambientales y económicas) evidencian, una vez más, la necesidad de la construcción de un paradig- ma capaz de comprender este contexto cam- biante y definir alternativas estructurales a

desmitificándose la visión que asocia lo ru - ral como un espacio “atrasado” o como un “residuo de lo urbano”, mientras vincula la representación simbólica de los productores familiares a algo “arcaico” y relacionado a la “pobreza”. Es preciso reconocer que las agricultu- ras familiares, en su diversidad de formas de organización social, no se caracterizan solamente por la especificidad de producir alimentos para las sociedades. De forma complementaria, cada vez gana más visibi- lidad la relevancia de su contribución para la conformación identitaria de cada territo- rio. Sumado a ello, se evidencian también sus aportes para la sustentabilidad ambien- tal y la resiliencia de los sistemas de vida frente a los impactos del cambio climático, así como para la preservación de conoci- mientos ancestrales y científicos asociados a la ecología. Sin embargo, estas contribu- ciones no son por lo general reconocidas y valoradas por la sociedad como un todo. En este sentido, una de las premisas fundan- tes del abordaje territorial es que lo rural no se resume a lo agrícola y que las fincas que organizan sus actividades en base a la gestión del trabajo familiar cumplen un rol multidimensional para el desarrollo de las sociedades. Además, esta lectura renovada y afir- mativa de los espacios rurales implica en promover la articulación entre las diferen- tes escalas de actuación (desde lo regio- nal, pasando por lo nacional, lo territorial y lo local), así como entre las diversas formas de organización que actúan en los espacios rurales (organizaciones de los productores – asociaciones, cooperativas, federaciones, gremios, cajas de ahorro, movimientos, etc. –, instituciones guber- namentales, organizaciones de la sociedad civil, empresas del sector privado, organi- zaciones pastorales, religiosas o partida- rias, academia y centros de investigación, organismos de cooperación internacional, etc.). Esta misma concepción de la rurali- dad enfatiza las interrelaciones complejas

crisis aparentemente interdependientes. Por tanto, algunos modelos de análisis y enfo- ques desarrollados en las últimas décadas tienen la oportunidad de ocupar una posi- ción de mayor destaque en este escenario emergente. Juntamente con los enfoques de com- plejidad, sistemas, innovación, equidad, diversidad, sostenibilidad y resiliencia, el abordaje territorial presenta el potencial para aportar elementos estructurantes al nuevo paradigma en construcción, pues se ha convertido en el principal elemento de inspiración para las políticas innovadoras de desarrollo rural implementadas en ALC en las últimas dos décadas. El enfoque te- rritorial representa, fundamentalmente, una nueva clave de lectura y favorece una in- tervención planificada sobre los procesos sociales, económicos e institucionales que ocurren en las áreas rurales. Relevancia del enfoque territorial Así, es importante reafirmar la relevan - cia del enfoque territorial para promover una revalorización de los espacios rurales y, en especial, de las agriculturas familiares, donde se reconozcan sus valiosas contribu- ciones para la producción de alimentos y la dinamización de las economías rurales, “... desmitificándose la visión que aso- cia lo rural como un espacio ‘atrasado’ o como un ‘residuo de lo urbano’, mientras vincula la representa- ción simbólica de los productores familia- res a algo ‘arcaico’ y relacionado a la pobreza”

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El IICA ante el Covid-19

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