Blog Sembrando hoy la Agricultura del futuro
¿Llegó el momento de la mujer rural
“Al haberse visibilizado la importancia de lo que ya no se denomina trabajo doméstico sino como la economía del cuidado no remunerado [Carrasco et al. 2011], se abre a la mujer rural la posibilidad de ser reconocida como un
del Covid-19, “los sistemas agroalimenta- rios de América Latina han respondido de manera eficiente a las circunstancias de la pandemia, garantizando la seguridad y so- beranía alimentaria” (RIMISP 2020a). De hecho, su respuesta fue adecuada “frente a una demanda que se aceleró por el temor de la población al inicio de la emergencia” (Ibid.). Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) más de 123 millones de personas viven en zonas rurales en América Latina y el Caribe, y en medio del Corona- virus, han generado la oferta alimentaria para una población de 500 millones ubica- dos en las zonas urbana de la región (Statis- ta 2020). Sin embargo, este inmenso aporte no ha recibido el suficiente reconocimiento y menos aún, el apoyo necesario por parte de los diferentes gobiernos (País, El 2020). En toda la región, el campo enfrentó el reto de la seguridad alimentaria de pobla- ciones urbanas confinadas, y cuyas condi - ciones de vida se han visto limitadas por las pérdidas de empleo e ingresos. A pesar de esta oportuna contribución, se ha evidencia- Esta [crisis] es sin duda la gran oportunidad para que se reconozca la in- mensa contribución de la mujer a la economía y al bienestar; una a ctividad que ocupa una parte muy signifi- cativa de su tiempo.
Parecería una contradicción plantear que la mujer rural y los pequeños produc- tores del campo pueden lograr ese reconoci- miento que nunca han tenido, ahora cuando América Latina solo presenta pérdidas por la crisis generada por el Covid-19. Sin em- bargo, por aventurado que parezca, sí hay elementos que permiten reconocer esta po- sibilidad. Sería el principio de un proceso justo postergado por décadas, que ha ge- nerado inmensos costos a estos grupos de población, pero también a la sociedad lati- noamericana. Es un hecho real que las dos únicas acti- vidades que no se detuvieron en los momen- tos del confinamiento total de la población fueron precisamente el cuidado, remunera- do y no remunerado, que ejercen mayorita- riamente las mujeres, y la producción de ali- mentos que entre el 30% y el 60% proviene de millones de pequeños agricultores (RI- MISP 2020a). El cuidado pasó a ser el gran protagonista de esta pandemia por razones evidentes: millones de latinoamericanos contaminados por este virus están siendo cuidados prioritariamente por mujeres1. El 70% del personal de la salud, cuidado re- munerado, son mujeres (UNWomen 2020). Sin duda, esta realidad innegable significa un quiebre histórico para este trabajo que ha sido subestimado, subvalorado, e ignora- do por los economistas. Esta es sin duda la gran oportunidad para que se reconozca la inmensa contribución de la mujer a la eco- nomía y al bienestar (López M. 2018); una actividad que ocupa una parte muy signifi - cativa de su tiempo. Algo similar sucede con la oferta de alimentos que en una alta proporción pro- viene de los pequeños productores rurales. No obstante la precariedad de las condicio- nes de vida de la población rural aun antes
Foto: Luchadoras - Muje- res rurales en el mundo. Libro editado por el Instituto IICA: http://mujeresrurales.iica.int/
do la persistencia de la brecha rural-urbana, pero más importante aún, el inmenso poten- cial que tiene el campo para la reactivación de las economías. Es por ello por lo que el reposicionamiento de la producción de los pequeños productores rurales debe ser prio- ritario en las políticas públicas de todos los gobiernos. MUJER RURAL: SU CONTRIBU- CIÓN EN LA PANDEMIA La mujer rural entra a la pandemia en serias condiciones de vulnerabilidad que se agudizan con el avance del Covid-19: poca oferta de capacitación, menor acceso a la tierra, estrechez económica (RIMISP 2020b). Al ser históricamente responsa- bles por el cuidado de su familia, y con frecuencia de su comunidad, se enfrentan a inmensas demandas con limitaciones que hoy dificultan aún más sus labores. Deben responder por dos retos adicionales: • el cuidado de los enfermos que crece día a día y • mayor tiempo dedicado a atender la educación de sus hijos en el hogar por- que han dejado de asistir a la escuela; además, esta última tarea con serias li- mitaciones de conectividad o carencia de celulares inteligentes. A esto se suman frenos en su actividad productiva: temor de salir a cosechar, poco
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El IICA ante el Covid-19
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