LA INNOVACIÓN ABIERTA EN GALICIA
4.1. El gasto
Al igual que el resto de España, durante el periodo anterior a la crisis financiera Galicia redujo su brecha ene l gasto de I+D respecto de la Unión Europea. No obstante, el periodo posterior trajo un retroceso en esta progresión (Figura 4). La brecha respecto de la Unión Europea es mayor en el caso del gasto de las empresas, y algo menor en el caso de las administraciones públicas (donde destaca el alto nivel de gasto de España, principalmente por la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, concentrado en buena medida en Madrid). Cabe destacar el caso de la participación de las universidades en el gasto en I+D, cuyo nivel iguala al nivel nacional y está cerca del europeo. De acuerdo con Pereira-Puga y Sanz-Menéndez (2020), estas diferencias pueden tener su origen en dos cambios críticos. El primero es la creación de dos universidades públicas al inicio de la década de los noventa. El segundo es la separación de la política universitaria de I+D de la política de fomento de la I+D empresarial a partir de 2005 (algo que convierte a Galicia en un caso especial dentro de la política regional de innovación en España).
en innovación
Desde el punto de vista de las actividades de innovación, Galicia es una región de desempeño moderado dentro de la UE (Comisión Europea, 2021). Galicia ocupa el séptimo lugar por volumen de gasto en innovación entre las regiones de España, y el sexto por número de empresas innovadoras. Invirtió en 2019 el 0,97% del PIB en actividades de I+D. Una cifra que está por debajo del 1,25% de España, del 1,97% del País Vasco (que es la autonomía con mayor intensidad de I+D en España), y del 2,19% de la Unión Europea. El sector institucional con mayor gasto es el empresarial, realizando el 50% del gasto en I+D en Galicia, seguido de las universidades (35%) y las administraciones públicas (15%). Esta distribución guarda sustanciales diferencias con la distribución nacional y europea. En términos relativos, podemos decir que la proporción de gasto de las universidades es “alta”, mientras que el de las empresas es “baja”.
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