360 UDEM No.5- La inteligencia emocional

T odos recordamos ese momento durante la pandemia en que debíamos estar haciendo algo. Lo que sea, pero algo. Ejercicio en tu sala durante dos horas al día. Pintar. Ha- cer rompecabezas. Arreglar cualquier cosa rota de la casa. Tarea. Remodelar. Tik Toks. Aprender a tocar el piano. Tener un tour virtual en el Louvre. Escribir esa novela. Fuimos bom- bardeados por una explosión de tendencias Do-It-Yourself, cursos en línea, canales de YouTube de yoga. Todas y todos lo recordamos. ¿Qué pasaba en los días en que no teníamos iniciativa y no nos queríamos siquiera levantar de la cama? ¿Cuando tus amigas estaban haciendo mil cosas y posteándolo en sus redes? ¿Tus amigos que aprendieron dos idiomas en tres semanas? ¿Qué hacías con la ansiedad y el pensamiento de “Debería hacer más cosas en mi casa”? Eran los días en que te agotabas. No eras el único. No estabas solo.

Todo nos drenaba y, muchas veces, no te- níamos las respuestas porque no hacíamos las preguntas correctas. Así como nos preocupa- mos por nuestra salud física, hay que pregun- tarnos por nuestra salud emocional. Debemos reconocer que estar mal emocionalmente es igual de intrusivo que estarlo físicamente. Esta es una lucha de todos los profesionales de la salud mental y queremos que las enfermeda- des mentales sean reconocidas como tales: enfermedades. Creemos que, por cada peso que se invierte en tratamientos de depresión y ansiedad, se genera un retorno de 5 pesos. Con el distanciamiento social impuesto que nos llevó a encerrarnos en casa, no nos quedó de otra salvo conocernos (más) a no- sotros mismos y darnos cuenta que (tal vez) había cosas que estábamos evitando o que no nos habíamos dado el tiempo de reconocerlas —en el peor de los casos, se incrementaron. Al principio de la crisis sanitaria del COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) es- timó que una de cada cinco personas padecería una afección mental como ansiedad, angustia, depresión y agotamiento ( burnout ), entre otras. Las predicciones alarmantes de la OMS deto- naron acciones que buscaban una solución, aunque poco asequibles. Como respuesta a los

estragos de la pandemia, el 89% de los países desarrollados señalaron que la salud mental era parte de sus planes presupuestales en 2021, pero solamente dos de cada 10 de estos países pueden financiar estas mejoras. Sin embargo, la gente reaccionó: el porcentaje de personas que se acercaron a tener ayuda psicológica y procuraron su salud mental se incrementó en este año de confinamiento. Por su parte, la UNICEF publicó datos a finales de 2020 y señaló que las personas de 13 a 29 años reportaron diferentes sen- timientos y obstáculos (miedo a la muerte de un ser querido, desánimo de no querer hacer nada, estrés por vivir frente una pan- talla todo el día, duelo, aislamiento, pérdida de ingresos) y tres de cada 10 reportaron ansiedad, el 15% hizo lo mismo con depre- sión y el 30% mencionó tener emociones negativas por su situación económica. Ade- más, la mitad confirmó menos motivación para realizar actividades de su vida diaria: simplemente estaban agotados . Estas estadísticas revelan el alto impacto que ha tenido el confinamiento en jóvenes y cómo se intensifica la necesidad de más apoyo psicológico…

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