T R U M P Y S U C A P I T A L P O L Í T I C O N O S E H A N I D O
ideas están vinculadas con el trumpismo: statu quo , nacionalismo y supremacía. Él ya no está en el poder, pero esas son las fuerzas que lo llevaron a la Casa Blanca y que movilizaron el ataque al Capitolio en enero de este año. EL REY DE LA POLARIZACIÓN Los medios de comunicación que no celebraban y de- fendían sus programas eran llamados en automático fake news , al grado que el entonces presidente opta- ba por ignorar las cámaras y pretender que trabajaba para dar por terminadas las entrevistas. Las facciones conservadoras nombraron “protesta” a la toma del Ca- pitolio, mientras que Black Lives Matter se considera —por la misma gente— anarquía, violencia y extremis- mo. Las críticas y posibles delitos cometidos por su administración se desechaban con el argumento del what about . El whataboutism es una táctica política que busca desviar la atención de un tema que puede resultar “incómodo” hacia una acusación a las accio- nes de una tercera persona. Como si un mal cancelara a otro. El problema es que quienes lo siguen, le creen. La polarización social alimenta su imagen: sus fé- rreos seguidores creyeron que el cloro y la luz del sol servían contra el coronavirus, se unieron a sus ataques
cuando futbolistas negros de la NFL se arrodillaron como protesta por el racismo y se rieron cuando ha- cía comentarios sexistas, misóginos y que promovían la rape culture . Son esas personas que decidieron que tomar por asalto el Capitolio era una forma de interrum- pir la democracia y que aplaudieron cuando la policía atacaba a quienes protestaban de manera pacífica, mientras el expresidente iba de paseo con una Biblia. Lo que lo llevó al poder una vez no ha desapare- cido. Trump hizo lo imposible por mantener el statu quo y por revertir los cambios, amparado en quienes lo siguen y una mayoría del Partido Republicano. Su respuesta a la suspensión en las redes sociales que más utilizaba ha sido el potencial lanzamiento de su propia plataforma, una en la que no hay límites a lo que puede hacer o decir. Incluso si Trump desaparece de la vida política, los efectos de su paso por la presidencia no van a supe- rarse de un año a otro. El conservadurismo en EUA lo sigue viendo como un líder, aunque no es el único. Tampoco sus posturas populistas han desaparecido. Mientras, la amenazadora posibilidad del retorno de Trump a la vida política sigue muy presente, oculta y a la vista de todos. Sería su mejor revancha… y Trump sabe de eso.
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