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del objeto . A pesar de que a Klein, supuestamente, no le interesaba el uso clínico de la contratransferencia (Spillius, 1994), su concepto de identificación proyectiva está estrechamente vinculado al concepto de contratransferencia: la identificación proyectiva (véase la entrada independiente IDENTIFICACIÓN PROYECTIVA) consiste en la proyección de los sentimientos del paciente sobre el analista (originalmente los “malos” y destructivos, antes de que el concepto se ampliara). Teóricamente, en el ámbito de la contratransferencia, se deduce que los sentimientos y fantasías inconscientes del analista serían inducidos por el analizado. Racker (1948, 1953, 1957), en Argentina, llevó el concepto de identificación proyectiva al contexto clínico de la contratransferencia. Si bien pueden discernirse influencias freudianas y kleinianas en la conceptualización de la contratransferencia de Racker, Bernardi (2000), en su revisión de la tradición latinoamericana sobre la contratransferencia, lo sitúa bajo el influjo de la tradición kleiniana más que freudiana, puesto Racker recurre al uso de la fantasía inconsciente y los mecanismos de proyección e introyección. En opinión de Racker, la contratransferencia es la reacción del analista a la identificación proyectiva del paciente : a través de las reacciones emocionales del analista ante las proyecciones del paciente, éste puede identificarse tanto con los objetos internos del paciente ( identificación complementaria ) como con la subjetividad del paciente ( identificación concordante ). Racker amplia el concepto de Deutsch de la “posición complementaria” (Deutsch, 1926), cuando destaca la tendencia del analista a identificarse con el interior del analizado. Cada sector interno de la personalidad del analista, conceptualizado de forma estructural, se identifica con su sector homólogo en la personalidad del analizado: es decir, el Yo del uno con el Yo del otro; el Ello con el Ello, y así sucesivamente. Racker llamó a estas identificaciones “concordantes” y las distinguió de aquellas en las que el analista se identifica con los objetos internos del analizado, que llamó “complementarias”. En su sistema, las identificaciones concordantes y complementarias son recíprocamente proporcionales: en tanto que si el analista no comprende las identificaciones concordantes, verá como aumentan las complementarias. Las identificaciones concordantes se traducen como una disposición a la empatía y se originan en una identificación positiva sublimada. Por un lado, partiendo de que hay un analista (sujeto) y un analizado (objeto de conocimiento), podría decirse que la relación de objeto se cancela y en su lugar hay una identificación aproximada basada en la correspondencia entre algunas partes del sujeto y algunas partes del objeto, la combinación de las cuales podría llamarse “concordante”. Por otro lado, existe una relación de objeto de verdadera transferencia por parte del analista, en que éste reproduce experiencias pasadas mientras el analizado representa algunos de los objetos internos (arcaicos) del analista. Esta combinación se llama “complementaria”. De esta
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