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Una investigación posterior a los hechos descritos, lleva al analista a darse cuenta de que, en la Fase 1, se encontraba envuelto en una confrontación prolongada con su paciente ( enactment crónico ), que afectaba ciertas áreas del funcionamiento de la díada analítica que él no había percibido. Las confrontaciones, ahora identificadas, alternan entre guiones sadomasoquistas y guiones de idealización recíproca. El analista y el paciente se controlan mutuamente y se convierten en extensiones de sí mimos. Al revisar el Momento M, el analista se da cuenta de que, de hecho, no había perdido su capacidad analítica en ese momento sino antes, durante la Fase 1. Por el contrario, el Momento M fue un indicador de que estaba recuperando su habilidad. Por ejemplo, una supuesta agresión del analista desata una confrontación masoquista o una idealización recíproca que bloquea el proceso analítico (Fase 1). En el Momento M se descubre un enactment agudo que desmonta el enactment crónico anterior, al mismo tiempo que lo hace perceptible. Por lo tanto, el enactment agudo manifiesta el trauma de haber entrado en contacto con la realidad triangular. A veces, antes de llegar a discernir el enactment agudo, el contacto con la triangularidad puede desatar “micro- enactments ” agudos e imperceptibles, cuando la organización defensiva lo lleva inmediatamente de vuelta a los enactments crónicos (Cassorla, 2008). Durante los enactments crónicos e imperceptibles, el analista continua trabajando incesantemente, aunque sienta que no está siendo todo lo productivo que le gustaría. Aun así, por vías paralelas y de forma implícita, su trabajo sigue dando sentido a los agujeros traumáticos de la red simbólica. La organización defensiva va desmontándose gradualmente, aunque no sea evidente en el campo analítico. El enactment agudo, es decir, la apreciación repentina de la realidad triangular, surge cuando se ha restaurado significativamente la red simbólica. La díada analítica presiente que podrá soportar la separación entre el sujeto y el objeto. Esta separación, por lo tanto, puede leerse como un trauma atenuado. El enactment agudo es así una mezcla de descargas traumáticas afectivas y de traumas que se están simbolizando en ese preciso instante del proceso analítico. Cuando el analista percibe el enactment y, de forma Nachträglichkeit , lo resignifica, amplía aún más la red simbólica del paciente. Esta ampliación admite el surgimiento de nuevas asociaciones relacionadas con los efectos traumáticos que se están trabajando, que estimulan construcciones por parte del analista (Fase 2). Cuando el paciente trae aspectos simbólicos al campo analítico por medio de identificaciones proyectivas comunicativas, se origina una confrontación dual instantánea entre el paciente y el analista. Esta confrontación se mitiga con interpretaciones transferenciales por parte del analista. Por analogía, estas confrontaciones instantáneas también pueden llamarse enactments normales . Cassorla (2008, 2013) debatió estos aspectos clínicos utilizando la teoría del pensamiento de Bion. Propuso que en los enactments crónicos ninguno de los miembros de la díada analítica puede soñar las experiencias emocionales que suceden en el campo analítico. Definió el enactment crónico como no-sueños-para-dos. Por otra parte, los enactments agudos, que desmontan los enactments crónicos, constituyen una mezcla de descargas y no-sueños que se están soñando en ese preciso instante en el campo
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