Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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VI. A. Contribuciones y avances específicos de América del Norte Los escritos de Stone, Modell y Spruiell demuestran que existe una corriente influyente que está expandiendo la tradición freudiana, poniendo su énfasis en la situación/ encuadre/marco psicoanalítico como participante activo y dinámico en el proceso psicoanalítico. En su clásico monográfico –revolucionario en su momento– “La situación psicoanalítica” (Stone, 1961) y su continuación “La situación psicoanalítica y la transferencia” (Stone, 1967), Stone presentó el concepto de Encuadre Psicoanalítico como conectado orgánicamente con la dinámica de “campo de fuerza(s)” que genera (1967, p. 4). Desde esta perspectiva, el encuadre desencadena un conjunto de ilusiones que toman la forma de transferencias arcaicas y relativamente maduras, y una interacción de diferentes temporalidades. Robert Langs (1984) describió el marco clásico ideal como una disposición estructural que define el campo bi-personal, donde pueden emerger de manera segura las comunicaciones inconscientes del paciente (y cruzarse con las del analista). Dentro de este enfoque “comunicativo”, “establecer, gestionar, rectificar y analizar las infracciones del marco constituye un grupo importante de intervenciones relativamente poco conocidas pero cruciales” (Langs, 1979, p. 12). Su valiosa exposición de las múltiples facetas de la comunicación inconsciente proyectivo-introyectiva en el campo multi-vectorial y bi-personal, que deja emerger “un marco firmemente establecido y mantenido” –es decir, la relación entre la creación de un espacio de transición con sus propiedades dinámicas emergentes y la contribución del analista a la transferencia del paciente–, contiene muchos de los elementos fundacionales de los avances contemporáneos más importantes, sean o no reconocidos. Con el fin de cambiar los objetivos del tratamiento, Arnold Modell (1988, 1989) ahonda en las fuerzas dinámicas intrapsíquicas y relacionales que emanan de la centralidad del encuadre psicoanalítico, como si éste fuera un “contendor de múltiples niveles de realidades” (Modell, 1989, p. 9). Desde este punto de vista, el encuadre incluye la calidad del vínculo entre el paciente y el analista y establece la base dinámica del tratamiento psicoanalítico. La importancia de las “reglas del juego” de Spruiell (1983), las “reglas básicas” y el “marco” de Langs (1979, 1984) y la analogía del marco del cuadro de Milner (1952), llevan a Modell (1988) a considerar que el “marco” no es sólo una restricción (Bleger, 1967), sino que también “encierra una realidad aparte” (Modell, 1988, p. 585) y entable un “acuerdo contractual y comunicativo entre los dos participantes” (ibid), generando la ilusión de la transferencia, que se asemeja de alguna manera a la ilusión teatral. (Véase también J. McDougall, 1986) La teoría norteamericana desarrolla la conceptualización del encuadre propiamente dicho, concebido mayormente de forma dinámica, a través de los enfoques bionianos y de campo (Goldberg, 2009; Peltz y Goldberg, 2013), los interpersonales (Levenson, 1987; Stern, 2009) o las escuelas relacionales (Aron, 2001; Bass, 2007 y otros). Hoffman (2001), por ejemplo, sigue a Gill y se suma a Mitchell y al grupo

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