Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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1899, p. 278). En sus primeros trabajos sobre la histeria, Freud descubrió que sus deseos sexuales estaban en conflicto con las normas sociales, y que la resolución patológica de este conflicto era el síntoma. Los síntomas se generan como formas inadecuadas de resolver conflictos: “Los […] pacientes […] habían gozado, en efecto, de salud psíquica hasta el momento en que surgió en su vida de representación un caso de incompatibilidad […] hasta que llegó a su yo una experiencia, una representación o una sensación, que al despertar un afecto penosísimo movieron al sujeto a decidir olvidarlos, no juzgándose con fuerzas suficientes para resolver por medio de una labor mental la contradicción entre su yo y la representación intolerable” (1894a, p. 47, énfasis en el original). Freud y Josef Breuer (Freud y Breuer, 1895) se inspiraron en las experiencias de Breuer con Anna O. y en las demostraciones de Charcot de las parálisis histéricas postraumáticas, así como en la provocación experimental de parálisis histéricas y su reversión por sugestión hipnótica, para asumir que en la histeria de conversión surgen unas circunstancias mentales específicas que hacen que los afectos violentos y traumáticos, incapaces de ser abreaccionados, se conviertan en síntomas psíquicos. Estos síntomas encuentran una expresión física, pero no son de origen físico, sólo sirven para expresar – simbólicamente – el suceso que desencadenó el desarrollo de la histeria. El camino para recordar el suceso desencadenante está cortado, disociado de la conciencia despierta. Freud escribió: “En la neurosis traumática, la verdadera causa de la enfermedad no es la leve lesión corporal, sino el sobresalto, o sea el trauma psíquico. También con relación a muchos síntomas histéricos nos han revelado análogamente nuestras investigaciones causas que hemos de calificar de traumas psíquicos. Cualquier afecto que provoque los afectos penosos del miedo, la angustia, la vergüenza o el dolor psíquico puede actuar como tal trauma” (Freud y Breuer, 1895, pp. 5-6). La supresión de las representaciones e impulsos ilusorios que entran en conflicto con otros valores puede provocar síntomas. En 1894, Freud formuló un modelo del conflicto que le sirvió para explicar la formación de síntomas de conversión en la histeria, las neurosis obsesivas y las fobias. Resumió este modelo con el término neuropsicosis de defensa (Freud, 1894a, b). La formación de conflictos contrasta con la neuropsicosis de defensa, en tanto que Freud entendió los síntomas de las neurosis actuales, es decir, de las neurosis de ansiedad y neurastenias (Freud, 1894c; Freud, 1898), no como la expresión de un proceso mental que funciona con normalidad, sino como el resultado de una transformación de la libido tóxica por una descarga inadecuada de la energía sexual. Además, advirtió que las ideas incompatibles de sus pacientes femeninas “florecen casi siempre en el terreno de la experiencia o la sensibilidad sexuales” (Freud, 1894a, p. 47). Y también descubrió que estas representaciones estaban conectadas con las experiencias de la primera infancia, cosa que le llevó a concluir que sus pacientes debieron haber sufrido la seducción sexual de un adulto (Freud, 1896, p. 203). Por ello, los síntomas histéricos son descendientes directos de los recuerdos inconscientes de esas experiencias que, de forma retroactiva, resurgen y se hacen efectivas cuando los desencadenan los eventos actuales. Freud

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