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1915, p. 196). En el habla esquizofrénica, las palabras pueden someterse al proceso primario del inconsciente, convirtiéndose así en algo concreto, como una cosa. Con esta observación Freud comprendió que lo que anteriormente había descrito como la representación consciente del objeto, ahora debía separarse entre las representaciones verbales y las representaciones de cosas. La representación consciente incluye la representación-cosa y la representación-palabra que le corresponde, mientras que la representación inconsciente, con su cualidad alucinatoria, sólo se caracteriza por la representación-cosa. Vale la pena anotar la formulación alemana de lo que entendemos como representación-cosa: Freud habla de la “ Sach-Besetzungen der Objekte ” (investidura libidinosa de objeto), indicando que el inconsciente no hace distinciones entre la cosa y la representación de la cosa. Sin embargo, uno no puede, en un estado despierto de conciencia, reproducir la cualidad-cosa del inconsciente; uno sólo puede esperar pasivamente a que aparezca. En el transcurso de este período , Freud aplicó algunas ideas del período anterior a un nuevo contexto y empezó a desarrollar la hipótesis que acabaría de sistematizar en la siguiente etapa de su teoría. En lo referente a la sexualidad infantil, “Fragmento de análisis de un caso de histeria” (Freud, 1905a) forma un nexo conceptual con “La interpretación de los sueños” y “Tres ensayos sobre teoría sexual”, pero también es importante por la atención que recibe el fenómeno dinámico inconsciente de la transferencia . En “Tres ensayos sobre teoría sexual” (1905b), Freud exploró las etapas del desarrollo psicosexual y la sexualidad infantil (inconsciente) . En “El chiste y su relación con el inconsciente” (1905c), Freud investigó la dificultad de soslayar la censura modificando el uso de las ambigüedades del proceso primario y liberando parcialmente los impulsos instintivos mediante bromas. En “Tótem y tabú” (1912-1913), debatió la transformación de la hostilidad inconsciente en una cantidad excesiva de afecto (p.49), así como la proyección inconsciente de la hostilidad sobre los difuntos: “La hostilidad de la que [los supervivientes] no sabemos ni queremos saber nada es proyectada desde la percepción interna al mundo exterior… No somos ya nosotros los supervivientes, los que nos sentimos satisfechos de vernos desembarazados de aquel que ya no existe. Por lo contrario, lloramos su muerte. En cambio, él se ha convertido en un demonio maléfico, al que regocijaría nuestra desgracia y que intenta hacernos parecer. Así, pues, tenemos que defendernos contra él. De este modo vemos que los supervivientes no se libran de una opresión interior sino cambiándola por una coerción de origen externo” (pp. 62- 63). El texto es una brillante exposición de los esquemas filogenéticos que se manifiestan en las fantasías primarias : uno de los contenidos del inconsciente. En “De la historia de una neurosis infantil” (1918), Freud hizo referencia a las dificultades que experimentan los niños a la hora de discernir entre lo consciente y lo inconsciente; entre lo que es una “ realidad ” y lo que es una “ fantasía ”. Esta dificultad
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