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surge porque “el sistema Cc. está en proceso de desarrollo” (p. 105). Se trata de un trabajo más profundo acerca de la naturaleza dual de la mente durante el desarrollo, que Freud ya teorizó tres años antes, cuando escribió sobre la comunicación entre los sistemas Cc. e Icc.: “Por norma general, la división aguda y determinante entre el contenido de los dos sistemas no tiene lugar hasta la pubertad” (p. 195). En “Pegan a un niño” (1919), la obra que anticipa la teoría del instinto doble, Freud exploró las fantasías sadomasoquistas inconscientes que tienen los niños y las niñas de ser golpeados por el padre y la madre. En este texto, clave para entender la formación de la fantasía, Freud distinguió tres fases: en la primera un niño presencia como azotan a otro niño. Sin embargo, es en la segunda fase cuando ocurre “lo más importante y lo más trascendental de todo” (p. 185), por dos razones: por un lado, se entiende el masoquismo como una formación/fase secundaria del instinto sádico, que se vuelve hacia el yo y se reprime en el proceso. Esto va ligado a la sexualidad infantil, inconsciente y universal, que se encuentra en el centro de los fenómenos neuróticos: “la sexualidad infantil, que sucumbe a la represión, es la principal fuerza pulsional de la formación de síntomas, y por eso el elemento esencial de su contenido, el complejo de Edipo, es el complejo nuclear de la neurosis” (p. 204); y se convierte en una fantasía universal heredada: “El núcleo de lo inconsciente anímico lo constituye la herencia arcaica del ser humano, y de ella sucumbe al proceso represivo todo cuanto, en el progreso hacia fases evolutivas posteriores, debe ser abandonado por incompatible con lo nuevo o perjudicial para él” (pp. 203-204). Por otro lado, las fantasías del niño sólo pueden verificarse indirectamente: “en cierto sentido puede decirse de ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca ha llegado a ser consciente. Se trata de una construcción del análisis, pero no por ello es menos necesaria como explicación” (p. 185). “Más allá del principio del placer” (Freud, 1920) es un texto de transición, conocido sobre todo por poner en contacto la pulsión agresiva con la pulsión sexual. En este artículo final de su “teoría del instinto dual”, Freud también elaboró más a fondo la atemporalidad y la naturaleza omnipresente del inconsciente de la siguiente manera: “Hemos averiguado que los procesos anímicos inconscientes son en sí ‘atemporales’. Esto significa, en primer término, que no se ordenaron temporalmente, que el tiempo no altera nada en ellos, que no puede aportárseles la representación del tiempo” (p. 28). Anticipando la siguiente etapa del desarrollo de su teoría, también introduce la noción del yo inconsciente: “Sin duda, gran parte del yo es en sí mismo inconsciente: justamente lo que puede llamarse el ‘núcleo del yo’; abarcamos sólo una pequeña parte de eso con el nombre de preconsciente” (p. 19). Este texto también reformula el concepto de conflicto inconsciente : mientras que antes se creía que el conflicto se encontraba entre las pulsiones sexuales y conservadoras del yo (Freud, 1911c, 1914b), en 1920, lo sitúa entre las pulsiones instintivas y la defensa . Aunque en el transcurso de esta evolución se identificaron varias defensas relacionadas o no relacionadas con la represión (Freud, 1908, 1909b, 1911c, 1915a), las defensas todavía no estaban
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