Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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anti-metapsicológico en sus obras, donde raramente, y sólo de forma selectiva, utilizaron el concepto con fines descriptivos y secundarios, y no como un aspecto trascendental de la vida psíquica. Sin embargo, incluso en sus formulaciones, aquello “alienado”, “malo” y el “yo no” tenía que mantenerse fuera de la conciencia y contenido dentro de un inconsciente “inmutablemente privado”. Si bien no se trata de una corriente prevaleciente, este enfoque ha contribuido directa e indirectamente a las nuevas conceptualizaciones psicoanalíticas; al trabajo dinámico con patologías graves; a las conceptualizaciones de las primeras etapas del desarrollo y a profundizar la comprensión de las transacciones inconscientes dentro del campo de la transferencia y la contratransferencia. El siguiente desafío que experimentó la conceptualización del inconsciente fue proveniente de la perspectiva metapsicológica. Los principales representantes de esta corriente fueron George Klein (1976) y Merton Gill, quien primero abandonó la perspectiva topográfica (1963), y más tarde la metapsicología en general (1976, 1994). Ellos, con el tiempo, trazaron dos teorías psicoanalíticas: (1) una teoría clínica basada en la observación empírica, y (2) una teoría abstracta especulativa. Roy Schafer (1976) propuso un lenguaje de acción que pudiera explicar fenómenos psicológicos de forma dinámica, empleando verbos y adverbios en lugar de sustantivos y adjetivos. Además, Schafer defendió el uso de un lenguaje que incluyera las fuerzas motivacionales y sus consecuencias, entendidas como las secuencias de una acción. Esto representó otro avance hacia la intersubjetividad . Entre los teóricos anti-metapsicólogos posteriores destacan Kohut (1977) y Gedo (1979). Gedo rechazó la metapsicología porque había perdido de vista a la “persona” como un “agente” y planteó un modelo del individuo en relación con los objetos para corregirla. Por ese entonces se crearon nuevos grupos, con profesionales afines a la perspectiva interpersonal y a la psicología del yo y relacional (Gerson, 2004; Hatcher, 1990). Su centro de atención clínica era interpersonal, con excepción de Thomas Ogden (1992a, b) y Jay Greenberg (1991), quienes volvieron a ocuparse de las fuerzas motivacionales inconscientes. Estos avences fueron acompañados por una serie de cambios o “modificaciones metapsicológicas” que incrementaron el empleo del modelo estructural y del conflicto psíquico (Arlow & Brenner, 1964); el papel y la función de la fantasía inconsciente y la transferencia inconsciente (Arlow, 1961, 1963, 1969a, b; Arlow & Richards, 1991; Abend, 1990; Gill, 1982; Gill & Hoffman, 1982); el desarrollo de la personalidad (Abraham, 1923, 1925 y 1926; Reich, 1931a, b); el ordenamiento del proceso intrapsíquico (Rangell, 1969a); “ la función inconsciente de la toma de decisiones ” (Rangell, 1969b, 1971) y una visión ampliada de la formación pactada (Brenner 1976, 1982, 2006). Esto produjo cambios en la conceptualización del inconsciente: de una perspectiva estática del inconsciente , solamente enfocada en su contenido, se pasó a una que lo entendía de forma fluida y estructurada al mismo tiempo. La idea de que el inconsciente opera gracias a la estructuración de la fantasía, los estados múltiples del yo y las identificaciones (como la actividad transferencial, las disociaciones, las

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