Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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Esta visión binocular permite que el analista preste atención a lo que observa e intente comprenderlo desde una doble perspectiva reversible: una consciente y una inconsciente, que a su vez fomentan una manera de ver las cosas desde diferentes puntos de vista (De Bianchedi, 2001). Bion cree que los analistas deben emplear ambas mentes, la consciente y la inconsciente, por tal de mostrarse receptivos ante “O”: “la verdad absoluta de la realidad última” (Bion, 1970, p. 88). De este concepto deriva la concepción del inconsciente como un sistema que coincide parcialmente con “O”, desconocido e imposible de conocer porque se halla fuera de la conciencia reflexiva. Sólo se puede acceder a él mediante a un eco de “O”. Con la introducción del concepto de “O” y su conexión con la-cosa-en-sí-misma y el “infinito”, Bion lleva el concepto de inconsciente a la postmodernidad: está “ligado al infinito, al caos y a la teoría de la complejidad, la teoría de la catástrofe y la espiritualidad” (Grotstein, 1997, p. 84). Cabe destacar que existe una fuerte correlación entre el entorno primario y la posibilidad de encontrar “O”: esto radica en la calidad de los objetos primarios y los interlocutores (y en el análisis, según la calidad de la postura clínica del analista), que determina la posibilidad de que el bebé/paciente pueda soportar el encuentro con “O” (Gaburri & Ambrosiano, 2003) y la realidad emocional que se desprende de ello. Para Bion, O es el dominio del “objeto psicoanalítico”, el verdadero norte hacia el que debe dirigirse la investigación analítica, incluso si nunca puede llegarse a “conocer” por completo. Esta visión de algo que está ahí pero sólo puede intuirse o “llegar a ser”, porque no pertenece “a los sentidos”, es una reminiscencia epistemológica del pensamiento de Platón, Kant y muchos místicos. En la medida en que los elementos u “ocurrencias” de O en uno mismo nunca pueden llegar a conocerse o verbalizarse, esa dimensión inefable del ser es, por definición, “ inconsciente ”. Sin embargo, la parte incognoscible “inconsciente” de O no es el inconsciente dinámico freudiano de lo reprimido. Es más parecido a las capas profundas del ello freudiano , algo que surge, no estructurado, que aún no está formado. Si se puede hablar de “elementos” en el dominio de O, podría decirse que estos equivalen a perturbaciones sensoriales o turbulencias que todavía no son psíquicas ( son “prepsíquicas o “protopsíquicas” ). Bion nunca designó el contenido de O, sino que describió los fenómenos prepsíquicos y protomentales , que llamó elementos Beta , como elementos inadecuados que no pueden ser pensados o reflexionados, a menos que – o hasta que – sean transformados mediante una especie de “trabajo psíquico ensoñador”. Atribuyó el nombre de “ función alfa ” a esta actividad y afirmó que la función alfa era fundamental para el proceso continuado, de 24 horas, que creaba los “ pensamientos de ensoñación ” construidos a partir de los “ elementos alfa ”. Se da por sentado que estos últimos son los pilares del pensamiento, la actividad de pensar y la organización psíquica. Una vez creados, los elementos alfa se emplean para establecer una barrera de contacto que, a su vez, es esencial para el procesamiento (mentalización) de la experiencia, la delimitación del espacio psíquico, la creación de un continente para los pensamientos

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