Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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escucha lo que dicen las palabras; también escucha lo que las palabras no dicen. Escucha con el ‘tercer oído’, oye no sólo lo que dice el paciente sino también sus propias voces interiores, lo que emerge de las profundidades de su propio inconsciente… Lo que se dice no es lo más importante. Creemos que lo más importante reconocer lo que el habla oculta y lo que el silencio revela” (ibíd., pp. 125-126). Añadió: “…los planos inconscientes no se captan directamente. El medio es el yo, donde se introyecta el inconsciente de la otra persona. Si queremos comprender al otro no necesitamos percibir nuestro camino en su mente sino sentirlo de forma inconsciente en el yo” (ibíd., p. 464) y continuó: “Lo que dije fue que estos impulsos inconscientes en la mente de uno provocan impulsos del mismo tipo en la del otro – en este caso la mente del analista” (ibíd., p. 468). Sin embargo, una gran aportación a la comprensión de la comunicación inconsciente se produjo con el descubrimiento del mecanismo de identificación proyectiva descrito por Klein en 1946. Inicialmente era concebido como una fantasía del paciente, pero con el tiempo, autores como Bion, Heimann y Racker, entre otros, fueron desarrollando el concepto. En esta fantasía, el paciente deposita algo que no tolera dentro de sí mismo en la mente del analista y, por lo tanto, se libera temporalmente de ese aspecto de su personalidad. Aunque el efecto es temporal, el paciente no sólo puede desembarazarse del contenido sino también de una parte de sí mismo, con el consiguiente empobrecimiento y vacío de su propia mente. En “Ataques al vínculo” (1959) Bion desarrolló el aspecto comunicativo del concepto de inconsciente en el intercambio entre el analista y paciente. Se produce un proceso de interacción entre las dos psiques por la finalidad del analizado de producir un efecto en la psique del analista. En “Aprendiendo de la experiencia” (1962), Bion fue un paso más allá al proponer el concepto de identificación proyectiva realista, según el cual el analista se ve realmente afectado por la identificación proyectiva del paciente. Sobre este asunto, Ogden escribe (1980, p. 517): “la identificación proyectiva es un concepto que aborda la interfaz entre lo intrapsíquico y lo interpersonal, es decir, las formas en que las fantasías de una persona se comunican y ejercen presión sobre otra persona.” Vale la pena destacar que, aunque Klein había elaborado la identificación proyectiva como una fantasía, en su opinión los instintos iban a la caza de objetos desde el principio. Por esta razón se cree que su teoría contenía el germen de lo que Bion desarrollaría más tarde en su teoría del aspecto comunicativo de la identificación proyectiva. Existe un conocimiento instintivo del objeto, así que es, pues, el instinto mismo el que lo busca. La obra de Bion sobre la función alfa, el ensueño, el continente- contenido y el trabajo de los sueños esbozó los mecanismos inconscientes de la mente de la madre, los cuales aportan información sobre su rol, así como del rol del analista, y facilitan el desarrollo de la capacidad del bebé/paciente de pensar y aprender de la experiencia. Las ideas de Bion trazaron una interacción entre las dos mentes. Gracias a estos avances, el concepto de identificación proyectiva ha proporcionado una mayor comprensión del acto de contratransferencia, presentándolo no sólo como una manifestación inconsciente del analista, como postuló Freud, sino

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