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como una herramienta esencial para la comprensión del material analítico. A este respecto, los artículos de Paula Heimann y Heinrich Racker son hitos importantes (véase también las entradas independientes CONTRATRANSFERENCIA e IDENTIFICACIÓN PROYECTIVA). Para Heimann (1950), puesto que la contratransferencia es el resultado del deseo inconsciente del paciente de transferir al analista afectos que él mismo es incapaz de reconocer o experimentar como suyos, el analista puede explorar su contratransferencia para obtener una mejor comprensión del paciente. Según Racker (1953), la fuente principal de sentimientos del analista proviene de la mente del paciente, quien transforma el encuadre en un campo bipersonal. Racker desarrolla el concepto de identificación concordante, según el cual el analista se introyecta diferentes objetos del mundo interior del paciente para ponerse su lugar. Esto es esencial para la comprensión empática y, asimismo, contribuye a que el psicoanalista sienta su propia emoción. Se conserva la distinción entre ambos protagonistas. Por el contrario, según el concepto de identificación complementaria de Racker, en que analista y paciente emiten recíprocamente identificaciones proyectivas, el psicoanalista también proyecta sobre el paciente. El resultado es que el proceso culmina en un enactment . En 1962, Grinberg presentó el concepto de contraidentificación proyectiva para describir el impacto de la identificación proyectiva del analizado sobre la subjetividad del analista. Cuando este efecto es desmesurado, la reacción del analista vendría determinada por la identificación proyectiva del paciente y se tomaría como una reacción independiente de sus propios conflictos. Grinberg examinó la naturaleza de la relación interna del analista con los objetos internos del paciente proyectados sobre la mente del primero. Estos avances en el estudio de la comunicación inconsciente a través de la transferencia y la contratransferencia han llevado a la conceptualización de la relación analista-paciente como un campo bipersonal, es decir, fundamentalmente intersubjetivo. Sin embargo, este término se utiliza para hacer referencia a posturas muy diferentes. Lawrence Brown, en “Los procesos intersubjetivos y el inconsciente” (2011) escribió, “el término intersubjetividad se suele asociar con la escuela relacional americana.” De hecho, Green (2008) lo llamó la epidemia de América del Norte. Sin embargo, Grotstein (1999) y Brown (2011) afirman que la contratransferencia se ha convertido en la intersubjetividad, y Brown añade: “Además, la intersubjetividad es un proceso de comunicación inconsciente , receptivo, que crea sentido entre los miembros de la díada y aporta un significado idiosincrático al campo emocional compartido interactuando de forma análoga con el compañero.” (Brown, 2011, p. 7). El campo analítico empleado aquí por Brown fue sobre todo elaborado por la pareja Baranger en su obra “La situación analítica como campo dinámico” (1961), reeditada en español en 1968 y traducida al inglés en 2008. La mayor parte de la comunidad psicoanalítica, por lo tanto, desconocía esta innovación teórica hasta hace poco. Los Baranger describieron su proyecto de la siguiente manera: “Este trabajo trata de sacar las consecuencias de la importancia que atribuyen los trabajos recientes a la contratransferencia. Si ésta cobra un valor teórico y técnico igual al de la transferencia,
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