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ciencia cognitiva, la neurobiología y la neurociencia (Bucci, 2001). El gran volumen de proyectos de investigación cerebral sobre procesos y representaciones inconscientes ha influido en la forma en que se concibe el inconsciente dentro del psicoanálisis. Por ejemplo, cuando los analistas se ocupan de una clase de conocimiento que se encuentra fuera de la conciencia, pero no es causado por la represión, utilizan cada vez más la expresión “conocimiento implícito procedural”, la cual proviene de estas disciplinas (Clyman, 1991; Fosshage, 2005). El núcleo de este campo conceptual – que estudia los procedimientos y representaciones relacionales implícitos o enactivos – lo ocupa un modelo del desarrollo (y un modelo de cambio terapéutico) que se muestra coherente con los últimos descubrimientos sobre el apego, la interacción entre padres e hijos y la neurociencia afectiva y cognitiva (Gabbard & Westen, 2003; Stern et al., 1998). A ello se suma el modelo de cambio terapéutico, que en algunos sectores podría estar suplantando su confianza en la traducción de representaciones inconscientes por un conocimiento reflexivo y simbolizado (o percepción), o la codificación procedural por la codificación simbólica (proceso primario por proceso secundario; formas preverbales del pensamiento por formas verbales), en definitiva, por un nuevo énfasis en el conocimiento presuntamente no conflictivo, no simbolizado, implícito o procedural (Grupo de estudio de Boston sobre el proceso de cambio, 2007; Lyons-Ruth, 1998, 1999). Este inconsciente no reprimido está asociado al legado biológico de la persona: se desenvuelve en las experiencias de la primera infancia, que todavía no pueden reprimirse, hasta estructurarse en el yo nuclear y la dominación “sujetal” del individuo. Las características básicas del sistema de la memoria implícita pueden conectarse con las suposiciones básicas del trabajo clínico acentuando, por tanto, el rol principal de la experiencia relacional en psicoanálisis (Barnà, 2007b, 2014). Asimismo, estos estudios han transformado la concepción de la transferencia y contratransferencia en lo que respecta a las transformaciones a través de la simbolización de los sueños, los enactments y la relación con la prosodia del lenguaje (Mancia, 2006). Estos hallazgos reafirman los aspectos “constructivos” de la relación analítica (Freud, 1937): especialmente el trabajo relacionado con la verbalización de las fantasías inconscientes, que se puede deducir de la escucha empática y la disposición del analista. Esta construcción también puede realizarse a través de un pacto de significados y el lenguaje utilizado para expresarlos (Barnà, 1990, 2007a). Partiendo de la investigación de Le Doux sobre la interacción implícita de los sistemas de memoria múltiple en adultos bajo condiciones traumáticas, varios estudios longitudinales se dedicaron a ampliar el conocimiento sobre las consecuencias neurobiológicas de las experiencias relacionadas con el apego (Balbernie, 2001; Segal, 1999; Schore, 2003, 2006, 2007, 2010) en niños con antecedentes traumáticos y sin ellos. En general, los hallazgos coincidieron con la afirmación de Bowlby de que el apego seguro facilita la resistencia al estrés y al trauma a lo largo de la vida, mientras que el apego inseguro, por el contrario, lo reduce. Las experiencias nocivas de la
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