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no parecía tomarse en cuenta o que los estudios de psicología clásica y del Yo, especialmente los de Hartmann, se enseñaban de forma idealizada (ver la entrada PSICOLOGÍA DEL YO). La psicología del Yo dio un vuelco significativo cuando los teóricos empezaron a utilizar resultados clínicos para defender las conjeturas metapsicológicas. Este desarrollo incluyó a algunos miembros del grupo inicial (como Mahler y Jacobson), pero también a las nuevas generaciones de pensadores (como, por ejemplo, Beres 1962; Arlow y Brenner 1964; Kanzer 1971). Arlow y Brenner (1964) señalaron esta nueva era en un monográfico donde también describían el hundimiento de la perspectiva metapsicológica bajo el peso del estructuralismo. Este cambio facilitó la entrada de nuevas formas de pensar el desarrollo y la situación clínica, entre las cuales se incluían los esfuerzos integradores de Otto Kernberg (1966), que incorporó ciertos elementos de las teorías de las relaciones objetales británicas a la psicología del Yo para acabar desarrollando la “teoría americana de las relaciones objetales”, y de Heinz Kohut (1971), que empezó por ampliar la teoría de Freud sobre el narcisismo y acabó creando su propio sistema psicológico, la llamada psicología del sí mismo, a través de la cual definía el psicoanálisis como un tratamiento en que el analista debía escuchar empáticamente al paciente para identificar la necesidad de respuesta al objeto-self (del analista) y vigilar de cerca los fallos del analista para satisfacer las necesidades reales del objeto-self del paciente. (Ver las entradas TEORÍA DE LAS RELACIONES OBJETALES, SELF (SÍ MISMO)). Uno de los cambios más importantes en el zeitgeist de este pensamiento fue la reacción contra la orientación metapsicológica . Impregnado por la metodología del “operacionalismo” (el enfoque en operaciones concretas), el afán antimetapsicológico fue desarrollado primero por los teóricos interpersonales/culturales Harry Stack Sullivan (1953), Karen Horney (1941) y Erich Fromm (1941), quienes a menudo empleaban el concepto del inconsciente solo como un término descriptivo secundario, en lugar de como un aspecto principal de la vida psíquica. Sin embargo, incluso en sus formulaciones, las partes “alienadas” o “no-yo” de uno mismo tenían que mantenerse fuera de la conciencia y ser empujadas hacia el inconsciente “inmutablemente privado”. Este enfoque ha contribuido directa e indirectamente a las conceptualizaciones psicoanalíticas y al trabajo dinámico con patologías serias, así como a las conceptualizaciones del desarrollo temprano y la profundización de la comprensión de las transacciones inconscientes dentro del campo de transferencia-contratransferencia . Junto con Harold Searles (1979), que amplió el alcance de la comprensión de la contratransferencia, Sullivan, Horney y Fromm serían posteriormente considerados los precursores de la intersubjetividad . Con la intención inicial de rebatir las ideas de Kraepelin sobre la esquizofrenia, Sullivan identificó una base interpersonal en el sufrimiento emocional durante las interacciones patogénicas tempranas y la infancia del individuo. Etiológicamente relevantes, tales interacciones conducen a dificultades en la vida y podrían ser tratadas más eficazmente con un enfoque interpersonal . Según este enfoque, el analista corregiría la anticipación del paciente sobre sí mismo, es decir,
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