Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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hace evidente cuando, en el proceso psicoanalítico, se pone de manifiesto el contraste entre el enfoque de una persona y el enfoque de dos personas . Los intersubjetivistas de los Estados Unidos lo entienden de la siguiente manera: Para el enfoque de una persona , el inconsciente (del analizado) es el objetivo del proceso, puesto que quieren “hacer consciente lo inconsciente”, según el paradigma de la teoría topográfica y/o el “donde ello era, yo debo advenir”, según el paradigma de la teoría estructural. Se considera que analista tiene la autoridad, él o ella conoce los parámetros básicos del inconsciente y su capacidad para dominar los procesos psicológicos del individuo. Algunos psicólogos contemporáneos del Yo elaboraron una exposición más detallada de este enfoque desde el contexto interactivo del proceso psicoanalítico (ver más abajo). El enfoque de dos personas considera que el analista tiene una autoridad menos consciente, ya que cuestiona la primacía de las pulsiones y fantasías inconscientes. El analista no es quien conoce el contenido y funcionamiento de la mente inconsciente del paciente. A lo sumo, el analista comparte con el paciente una mente que tiene aspectos inconscientes, pero ambos están sujetos a su cualidad ignota. El analista más equitativo está dispuesto a considerar las atribuciones que el paciente hace a su persona no como meras transferencias, sino como puntos de vista del paciente dignos de atención. El analista reconoce que él está influenciado por el paciente y que el paciente está influenciado por él, y que puede que incluso esté respondiendo a su sugestión, en lugar de a una verdadera percepción de sí mismo. Dado que el analista trabaja dentro del paradigma de la intersubjetividad, no está convencido de que el paciente esté siempre lidiando con experiencias que puedan explicarse mediante conceptualizaciones metapsicológicas preconcebidas, sino que tiene la franqueza de aceptar que él mismo no está libre de su propia subjetividad. Como afirmó Owen Renik (1993), el analista tiene que lidiar con su propia subjetividad irreductible . Según Renik, el analista siempre está interpretando desde la perspectiva de sus propias creencias generadas por la experiencia, y no desde las del paciente. La fusión de dos subjetividades, la del paciente y del analista, se convierte en la definición funcional de intersubjetividad . La influencia, la interacción y el surgimiento de algo que es una amalgama de ambos, es la marca distintiva de este enfoque. Por tanto, centrarse en la intersubjetividad requiere que el analista reconozca que está participando en un “ campo ” de dos subjetividades individuales. El giro relacional intersubjetivo se puede considerar que tiene varias ramificaciones. La idea de la mezcla de dos mentes inconscientes puede resultar más atrayente para los analistas tradicionales. Por otro lado, para cualquier variante psicoanalítica que se base en el pensamiento interactivo-relacional en un contexto de dos personas, el uso del enfoque intersubjetivo, aunque no sea ahistórico, se basa en la fenomenología clínica dinámica y, por tanto, destaca la importancia del aquí y ahora de la experiencia de la relación entre el analista y el paciente con una reserva considerable hacia la metapsicología de un inconsciente omnipotente y omnipresente.

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