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descentrada por la “prioridad del otro” , lo que hace que la pequeña persona sea “copernicana” en su revolución en torno al adulto. Laplanche plantea una asimetría drástica entre el adulto y el niño. Esta asimetría tiene una gran repercusión para la estructura psíquica del bebé, puesto que el adulto es un ser sexual y habla con un inconsciente, mientras que el bebé no es ni sexual ni capaz de hablar, es decir, todavía no está dividido internamente. El adulto apenas intuye que es él quien activa la sexualidad infantil e inconsciente del bebé en la intimidad primaria que mantiene con su cuerpo. Esta sexualidad inconsciente “contamina” los intercambios íntimos con el bebé en forma de “mensajes enigmáticos” que el bebé no tiene los recursos cognitivos, emocionales o corporales para decodificar. Por ello, el bebé crea pulsiones y fantasías inconscientes en forma de “presiones internas para traducir.” Para Laplanche, esta sexualidad infantil, de naturaleza enigmática, no es innata, sino que se trata de una implantación del otro real, aunque la realidad que de verdad cuenta –a partir de una reelaboración sumamente crítica de Lacan– es la realidad del “mensaje”, una tercera realidad que Laplanche añade a las realidades psíquicas y materiales freudianas. Por tanto, para Laplanche la sexualidad humana, es decir, la sexualidad mediada por la fantasía proviene del otro y es “ otra ”, alienada y ajena al yo. (Más abajo se describirá el enfoque metapsicológico de Laplanche con relación a la intersubjetividad). Loewald, en los Estados Unidos, es una incorporación reciente del grupo de analistas francófonos canadienses y se ha transformado, junto con Winnicott, en su único teórico analítico no francés (ver la entrada TEORÍA DE LAS RELACIONES OBJETALES). Loewald también rechazó la independencia de las relaciones objetales y las pulsiones en una “revisión del concepto de instinto” (1972/1980). Él sugiere que las pulsiones instintivas deben conceptualizarse como fuerzas psíquicas organizadas a través de interacciones dentro del campo psíquico unitario y primitivo de la madre y el niño, en lugar de como elementos constitutivos o innatos. En su estudio del concepto freudiano de “ligazón”, Loewald señaló las implicaciones relacionales que no son evidentes en Freud, donde la fusión y la defusión, la ligazón y la desligazón, pueden darse en un vacío objetal. Loewald entendió que la ligazón de los instintos requiere una “mediación” del objeto, tanto en el sentido de “domarlo” como en el sentido de su representación. Aunque utiliza la traducción de Strachey de “Trieb” como “instinto”, los analistas franceses contemporáneos de América de Norte consideran que el pensamiento de Loewald coincide con las contribuciones a la tercera topografía/tercer modelo, como ilustra la siguiente cita: “Lo que podemos llamar pulsiones instintivas, como fuerzas psíquicas, surgen y se organizan primeramente dentro de la matriz del campo psíquico unitario madre- hijo, donde la psique infantil, a través de múltiples procesos de interacción, va separándose y transformándose en un centro relativamente autónomo de actividad psíquica. Desde esta perspectiva, las pulsiones instintivas originales no constituyen fuerzas inmanentes de la psique primitiva autónoma y separada, sino que son resultantes de tensiones dentro de la matriz psíquica madre-hijo y, más tarde, entre la psique infantil inmadura y la madre. Los instintos, en otras palabras, deben entenderse
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