Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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pertenecen a esta corriente fructífera de pensamiento filosófico, aplicable a la literatura, las artes y contextos socioculturales más amplios. Otro ejemplo es la alegoría de la caverna de Platón, donde se plantea la razón objetiva versus la imperfección del conocimiento a través de los sentidos. Esta corriente continúa con el Racionalismo de Descartes sobre el núcleo autorreflexivo de un sí mismo unificado, “una sustancia … este ‘yo’ … el alma por la cual yo soy lo que soy” (Cottingham, 1986, p. 115), la metafísica del principio interno de unidad de Berkeley, “impuesto por la mente sobre los sentidos” (Kirshner, 1991, p. 162), la teoría correspondiente de Kant sobre la verdad y su teoría subjetivista del conocimiento, que explica que no puede conocerse directamente la realidad de las cosas en sí mismas, sino solo la forma en que están constituidas, correcta o incorrectamente, en nuestra mente (volviendo a la teoría de las formas de Platón), a lo que se refirió Freud en el contexto de la incapacidad de la mente consciente de conocer su propia realidad, extendido a las teorías del sí mismo y del mundo representativo de los objetos de la psicología del yo. El reconocimiento de la función crucial de la memoria en la constitución de la identidad del “sí mismo” empieza en Aristóteles y continúa con Hume, anticipando, en un modo distinto, tanto las teorías de Freud como las de Kohut. Hume, incapaz de encontrar una única concepción del sí mismo, señala en cambio el “flujo y movimiento perpetuo” emocional, sensorial y perceptivo (Hume, 1787, p. 252) y postula a un sí mismo que descansa en una unificación ilusoria aplicada a la experiencia interna. El Descartes racionalista y el Hume empirista, como más tarde Heinz Hartmann, pueden parecer mecanicistas y no escapar al problema homuncular del sí mismo. Si bien en la formulación del inconsciente de Freud (Freud, 1915), con sus divisiones intrincadas del sujeto en los modelos topográficos y estructurales, algunos vieron una solución a la disputa de los filósofos sobre la identidad del sí mismo, otros como Winnicott, Sartre y Lacan prefirieron buscar otras soluciones. Para Hegel, “la experiencia de tener un sí-mismo requiere un compromiso con otro sujeto” (Kirshner, 1991, p. 168). Su representación de la alienación del sujeto en tal encuentro tiene descendientes directos en el existencialismo de Sartre y Heidegger, Lacan, y, de otro modo, en Winnicott. La filosofía francesa del siglo XX, en busca del sujeto humano contemporáneo, ha mantenido en una conversación directa y dilatada con el psicoanálisis. El trabajo de Michel Foucault sobre el “cuidado del sí mismo”, la “hermenéutica del sujeto” y el “gobierno del sí mismo y de los otros” introduce una concepción ética de la relación del sí mismo consigo mismo en lo que atañe su voluntad moral, que en sí mismo es un producto de la actividad formadora del sí mismo llamada “subjetivación”, un término que más tarde retomaron los psicoanalistas franceses. En este contexto, el cuidado del sí mismo equivale a la transformación del sí mismo en una existencia fructífera. En “Psicoanálisis del fuego”, Gaston Bachelard (1938/64) presenta una exploración poética de varios complejos primarios que giran en torno a la mitología del fuego basada en los sueños, la ensoñación y el imaginario poético, donde el “no yo” mantiene

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