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las sexuales: “… unterscheiden wir auch in der Psychoanalyse die Selbsterhaltungs- oder Ich-Triebe von den Sexualtrieben …” , en español: “… nosotros distinguimos también en el psicoanálisis entre las pulsiones de autoconservación o yoicas y las pulsiones sexuales …” (Freud, 1917a. p. 4; Freud, Obras completas vol.17, 1917-19, p. 129). Si bien Freud señaló una mente (originalmente “Seele”/“soul”/psyche [alma]) dividida y en gran medida influenciada por las pulsiones inconscientes, su objetivo nunca fue crear una distinción entre el sí mismo y el yo. Una de las vías que tomó Freud para abordar lo que los psicoanalistas hoy podrían considerar como la experiencia del sí mismo fue su teoría del narcisismo. En su ensayo “Introducción del narcisismo” (1914), Freud empleó este concepto para explicar fenómenos como la omnipotencia, la grandiosidad, la idealización y la elección objetal narcisista. Si bien Freud consideraba que el amor por los objetos era una meta del desarrollo, tendía a considerar el narcisismo como algo que el niño necesitaba superar. De hehco, Freud presagió algunos de los hallazgos posteriores en psicología del sí mismo, como que el poder del narcisismo infantil está relacionado con la preservación de la autoestima, que se consigue mediante la realización de los ideales del yo, amando a otro que posee las cualidades encontradas en ese ideal, o mediante el hecho de ser amado. En el ensayo “Introducción al narcisismo”, Freud indica que, entre las elecciones de objeto “según el tipo narcisista … la persona que fue [en el pasado] una parte del sí mismo propio” ( Obras completas vol.14, 1914-16, p. 87) es una de las formas que empujan al ser humano hacia la elección del objeto. La esperanza y la expectativa del tratamiento analítico por parte del paciente se convierte en la esperanza de “la cura por amor” (ibid., p. 101). En la década de 1930, se introduce de nuevo el Sí mismo como un término equiparable al Yo, cuando Freud, como se señaló anteriormente, constata: “Normalmente no tenemos más certeza que el sentimiento de nuestro sí mismo, de nuestro yo propio” ( Obras completas vol.21, 1927-31, p. 66). Al afirmar que en la “elección del objeto en el yo”, mediante la introyección, la incorporación y la identificación, “el carácter del yo es una sedimentación de las investiduras del objeto resignadas”, Freud ( Obras completas vol.19, 1923-25, p. 31) parecía indicar que lo que los teóricos más tarde llamarían “el sí mismo”, se desarrolla mediante una sustitución gradual de las fuerzas libidinales del niño por los padres a partir de las identificaciones. Esto concuerda con los ensayos anteriores: “Introducción del narcisismo” (Freud 1914) y “Duelo y Melancolía” (Freud 1917). Por tanto, el concepto de identificación proporciona un vínculo entre el mundo intrapsíquico y el interpersonal del niño. La identificación también hizo posible que la “realidad” desempeñara un mayor protagonismo en el desarrollo del sí mismo, sentando las bases de las escuelas posfreudianas y las conceptualizaciones del Sí mismo y su desarrollo dentro de la psicología del yo, las relaciones objetales británicas y norteamericanas, la psicología del Sí mismo y las perspectivas interpersonales y relacionales.
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