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Otras elaboraciones concomitantes relacionadas con los estudios de observación, investigación y psicoanálisis infantil y adolescente se consideran relevantes en ambos continentes, así como el trabajo dinámico con patologías graves. Estas elaboraciones se concretan a continuación, puesto que pertenecen a autores específicos (Jacobson, Mahler y otros), en el apartado sobre psicoanálisis infantil y adolescente, donde se materializa su influencia en el contexto de las elaboraciones contemporáneas en Europa. IV. A. El sí mismo en las relaciones objetales de la “Middle School” británica Teóricos posteriores de las relaciones objetales, como Fairbain (1952, 1954, 1963) y Winnicott (1960, 1965), restaron importancia a la centralidad de las pulsiones, haciendo posible que surgiera un concepto más cohesivo y completo del sí mismo a partir de la multitud de experiencias interpersonales en las que participa el bebé. De esta manera, el psicoanálisis fue capaz de explicar la formación de varias formas del sí mismo que otros emplean para darle forma y fomentar su desarrollo posterior. Ronald Fairbairn Fairbairn (1952, 1963), no utiliza directamente la palabra sícmismo en su teoría psicoanalítica, pero emplea el “yo”, de la misma forma que Freud empleó “das Ich” en sus escritos preestructurales para designar el sí mismo. John Sutherland (1994) confirma que: “Fairbairn aceptó que el ‘sí mismo’ es un término más apropiado para la mayoría de sus consideraciones, ya que se refiere al conjunto del que se desprenden los sí mismos secundarios. El yo es útil para el sí mismo central, es decir, para la parte dominante del sí mismo que incorpora los propósitos y los principales objetivos del individuo en sus relaciones con el mundo exterior y con el que generalmente se asocia la conciencia” (p. 21). Las principales características del sí mismo de la teoría estructural de Fairbairn son las siguientes: Las personas están relacionadas con los objetos, por lo tanto, el sí mismo se define desde el punto de vista de la relación personal. El niño/individuo busca objetos en lugar de placer. El sí mismo existe desde el principio y no es el resultado de la experiencia. Es un requisito previo y, al mismo tiempo, es el requisito previo para nuevas experiencias y un mayor desarrollo. El sí mismo proporciona continuidad y matices al desarrollo posterior. “El sí mismo en la teoría de Fairbairn es un centro vivo, que crece y se autodefine. Él lo consideraba el punto de partida del proceso psíquico humano. De estos principios básicos se desprende que es posible que el sí mismo tenga relaciones con otros seres humanos, a pesar de que todavía no los haya diferenciado representacionalmente como objetos separados del sí mismo. Inicialmente, este sí
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