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verse atacada por un bebé hambriento. Estos dos fenómenos no establecen una relación mutua hasta que la madre y el niño vivan y sientan juntos . … Veo los procesos como dos líneas que proceden de distintas direcciones y son susceptibles de acercarse la una a la otra. Si coinciden se produce un momento de ilusión …” (Winnicott, 1945, p. 152). Siempre que la adaptación de la madre sea suficientemente buena, que se presente de una manera y en un momento que “se corresponda con la capacidad del bebé para crear” (Winnicott, 1953, p. 12), el bebé tiene la fantasía de crear el seno. El seno es un “objeto subjetivo”, creado omnipotentemente por el bebé. Sin esta ilusión, escribe Winnicott, “no hay contacto posible entre la psique y el ambiente” (Winnicott, 1952, p. 223). La experiencia de la omnipotencia, de la ilusión, es la base del sentido rudimentario del sí mismo y de una relación personal y creativa con el mundo. La alternativa es una relación reactiva, basada en la adaptación, en que el impulso personal está ausente y la vitalidad está ausente. En esta situación, el niño se relaciona con el mundo desde una posición falsa de sí mismo, que lo lleva una sensación de inutilidad y a un desarrollo frustrado de la capacidad para formar símbolos y del uso de objetos de transición. La cuestión del desencanto, es decir, la pérdida de la omnipotencia y la entrada del principio de realidad llega más tarde. Sin la ilusión primaria, el proceso de desencanto pierde significado. “La tarea final de la madre,” escribe Winnicott, “consiste en desilusionar al bebé de forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión” (1953, p. 11). Se puede observar que en la teoría de Winnicott de los orígenes de la vida mental hay una especie de modelo dual. Los estados del bebé de no separación se alternan con los estados en que experimenta un sentido de separación incipiente, una vaga comprensión de algo que no soy yo, especialmente cuando no se satisfacen las necesidades y cuando la actividad muscular (que Winnicott asocia con la agresión) encuentra una resistencia. “En este sentido,” escribe, “el niño puede satisfacer el principio de realidad aquí y allí, en un momento y otro, pero no en todas partes a la vez; es decir que conserva áreas de objetos subjetivos, junto con otras áreas en las cuales hay una relación con objetos percibidos objetivamente, u objetos ‘no yo’” (1962, p. 57). Por lo tanto, el bebé oscila entre estos dos estados, pero de nuevo, lo importante aquí es que le dan oportunidades para la ilusión de crear el objeto, que es la base original para el desarrollo de un sentido del sí mismo personal. La función del sí mismo falso es proteger al sí mismo verdadero de ser explotado y así poder manejar la relación con el ambiente. Winnicott describe grados de organizaciones falsas: “En un extremo, el sí mismo falso se establece como real y es lo que los observadores tienden a pensar que es la persona real. Pero en las relaciones de vida … el sí mismo falso empieza a fallar … el sí mismo verdadero está oculto … Extremo inferior: el sí mismo falso defiende al sí mismo verdadero … [el cual] es reconocido como potencial y se le permite una vida secreta … Más hacia la salud: el sí
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