Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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por siempre silencioso” (ibid, p. 192). Es silencioso en tanto que no se comunica con el mundo exterior, y también en el sentido de que existe una comunicación silenciosa, interna y onírica con los objetos y fenómenos subjetivos, “que da la sensación de ser real” (ibid, p. 184). Real en tanto que conlleva una conexión con el elemento central y personal del individuo. El acceso a este centro interno no comunicativo es inherente a la capacidad del individuo saludable de estar solo, puesto que es a partir de esta posición que surge el contacto espontáneo con los demás. Winnicott llama a la comunicación central silenciosa “directa” y la comunicación con objetos externos “indirecta”. Es indirecta en el sentido de que solo tiene una conexión derivada con respecto al centro de la personalidad y, al mismo tiempo, activa la comunicación con los demás. El pensamiento de Winnicott fue directa e indirectamente influyente en muchas elaboraciones sucesivas de las teorías del Sí mismo en los tres continentes psicoanalíticos, incluidas las de Mahler, Bollas, Gaddini, Gammelgaard, Badaracco, Bleichmar y muchos otros. IV. B. El sí mismo en la psicología del yo y la teoría estructural posfreudiana Los psicólogos del yo, con su interés por las complejidades del funcionamiento yoico, la adaptación y el desarrollo temprano (Hartmann, 1939/1958, 1964; Freud A., 1936/1992; Spitz, 1950) intentaron combinar sus hallazgos clínicos con la metapsicología de Freud. Sus teorías psicológicas/estructurales del yo enfatizaban los vínculos entre el funcionamiento yoico y el desarrollo de las relaciones de objeto y el sí mismo. Heinz Hartmann (1939, 1950), tratando de minimizar las ambigüedades inherentes al “Ich” de Freud y la controvertida traducción de Starchey por “Ego”, definió el sí mismo como una persona total, una personalidad u organización que comprende la psique y el soma, desde el yo, como un sistema o estructura psíquica: “… al usar el término narcisismo, parecen fundirse en uno dos series de opuestos. Una se refiere al sí mismo (a nuestra propia persona), en contraste con el objeto, y la segunda al yo (como sistema psíquico), contraponiéndolo a otras subestructuras de la personalidad. No obstante, lo opuesto a la catexia de objeto no es la catexia del yo, sino la catexia de la propia persona, es decir, la catexia del sí mismo. Al hablar de la catexia del sí mismo no damos a entender si esa catexia está situada en el ello, el yo o el superyó … en realidad encontramos ‘narcisismo’ en los tres sistemas psíquicos, pero en todos los casos existe una oposición a la catexia objetual (y una reciprocidad con ella). Por eso debe ponerse en claro si definimos el narcisismo como la catexia libidinal no del yo, sino del sí mismo. (Puede ser también útil aplicar el término representación del sí mismo como opuesto a la representación de objeto)” (Hartmann, 1950, p. 84f).

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