Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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absoluto, el objetivo es lograr un equilibrio homeostático del organismo con el entorno externo. El estado autístico es un estado de indiferenciación o fusión con la madre en que el yo todavía no se ha diferenciado del no yo, y la realidad interna y externa comienzan a percibirse de forma separada. A partir del segundo mes –la Fase Simbiótica–, el bebé supuestamente apenas se da cuenta de los objetos y se encuentra en un estado de fusión “somatopsíquica delirante” (Mahler et al, 1975, p. 45): un estado de relación positiva, en un contexto intrapsíquico que no tiene límites entre el sí mismo y los otros (Fonagy, 2001). Durante esta fase, la madre sensible establece y mantiene un diálogo afectomotor apropiado con el bebé a través del contacto visual, la expresión facial, el tacto, el agarre, etc. que contribuye a la integración de la modulación y la regulación del afecto (Blum, 2004). En la descripción original, la fase Simbiótica comienza en el momento en que la barrera de estímulos, o el caparazón autístico que mantiene alejados a los estímulos externos, empieza a romperse. El bebé comienza a tener una vaga conciencia del objeto que satisface sus necesidades, el cual, sin embargo, abarca una unidad dual, en la que el sí mismo todavía no tiene los límites definidos. Poco a poco, el niño adopta una nueva actitud de tenacidad e intencionalidad que indica que está “emergiendo”, y, entorno a los 4-6 meses, comienza el intento de experimentar la separación-individuación, estructurando las representaciones internalizadas del Sí mismo, las cuales son distintas de las representaciones internas de los objetos. La Fase de Separación-Individuación, de 4-6 meses a los 36 meses, consta de varias subfases: La primera es la “ Diferenciación/Eclosión ”, de 4-6 meses a los 9 meses, cuando el niño comienza a diferenciar la representación del sí mismo de la madre/otro (Mahler et al., 1975), al pasar de la tendencia a amoldarse al cuerpo de la madre a preferir una exploración más activa y autodeterminada. Durante la segunda subfase de “ Ejercitación ”, de 10 a 15-16 meses, el niño practica la locomoción para aumentar la separación física de la madre y continuar el proceso de diferenciación. Este es el período en que Mahler sitúa el “nacimiento psicológico” real del niño. Con la locomoción vertical se expanden los horizontes del niño y éste se emociona porque “el mundo está a sus pies”. En palabras de Greenacre (1957), es la culminación de su “historia de amor con el mundo”. Este es el momento, como conceptualiza Mahler, en que culminan tanto el narcicismo (secundario) como el amor objetal (Mahler et al., 1975). En este punto, además, el niño alcanza “la cumbre de su ‘omnipotencia mágica’ proveniente de su sentido de compartir los poderes mágicos de su madre” (Fonagy, 2001, p. 66). En la subfase de “ejercitación”, gracias a la adquisición de la marcha autónoma, el niño establece un aparato del yo autónomo muy cerca de la madre. Este pasaje representa la línea de desarrollo que hace posible que el interés del niño pase de la madre a los objetos inanimados, lo que significa que el investimento libidinal se pone al servicio del funcionamiento yoico autónomo.

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