Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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trágico” (1977) que sufría de una sensación de vacío y desesperación. Kohut empezó a fijarse en lo que tenía que suceder en el desarrollo entre los niños y los padres para que se desarrollara un sentido adecuado del sí mismo. En la psicología del Sí mismo de Kohut, el sí mismo no está presente al nacer, sino que emerge al comienzo de la infancia a través de las relaciones con un cuidador (Galatzer-Levy y Cohler, 1990). Kohut llegó a considerar el sí mismo como una unidad funcional, determinada por la experiencia y no por las pulsiones internas. En consonancia con sus ideas sobre el desarrollo del sí mismo, presentó una reevaluación del concepto de narcisismo, sin considerarlo una patología o algo indeseable, sino parte de la experiencia humana (Kohut, 1966). Terminó por entender el narcisismo como un fenómeno normal del desarrollo, que puede proporcionar un fuerte sentido de identidad, valor, significado y permanencia. Las transformaciones del narcisismo, según Kohut, “… son la creatividad del hombre, su capacidad por ser empático, su capacidad de contemplar su propia impermanencia, su sentido del humor y su sabiduría” (Kohut, 1966, p. 257). La línea narcisista de desarrollo se activa al principio de la vida y es una condición previa para el funcionamiento adecuado de la personalidad. La integración del narcisismo en la personalidad sana representó una desviación radical de la cosmovisión psicoanalítica que consideraba el narcisismo en términos peyorativos (Siegel, 1999). El corazón de la psicología del Sí mismo es el sí mismo, el núcleo de la personalidad, que se conceptualiza como un sistema mental que organiza la experiencia subjetiva de una persona en relación con un conjunto de necesidades del desarrollo (Wolf, 1988). Incluye las habilidades, los talentos, los déficits y el temperamento innatos de la persona. El sí mismo es la esencia del ser psicológico de una persona y consiste en sensaciones, sentimientos, pensamientos y actitudes hacia uno mismo y hacia el mundo (Banai, Mikulincer y Shaver, 2005). El sentido del sí mismo de una persona se desarrolla y se prolonga a través de sus experiencias con el objeto del sí mismo (Kohut, 1984). El concepto de un objeto del sí mismo lo introdujo Kohut para describir un aspecto de una función en la relación entre el sí mismo y los demás. Desde el nacimiento, Kohut sostiene que estamos íntimamente conectados a los demás y necesitamos sentir que están disponibles de manera confiable para proporcionar los nutrientes emocionales necesarios para un desarrollo óptimo (Wolf, 1988). Lo que necesitamos de los demás y cómo necesitamos que otros nos respondan, cambia en el transcurso de la vida (Kohut, 1984). Estas funciones son la función especular, la de idealización y la gemelar (Kohut, 1977). La respuesta especular de los padres al niño es parte del desarrollo del sí mismo, puesto que desarrolla la autoestima y refuerza el sentido del sí mismo del niño (Kohut, 1971). La idealización se caracteriza por el deseo por un objeto omnipotente al que uno se puede unir en un esfuerzo por sentirse íntegro, seguro y firme (Siegel, 1999). La función gemelar es la necesidad de otro que nos inspire un sentimiento de similitud (Kohut, 1971).

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