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perversiones, trastornos narcisistas y comportamientos separados de la experiencia manifiesta, como los atracones, el travestismo y la infidelidad.
Joseph Lichtenberg Sobre la base de la psicología del Sí mismo de Kohut y la intersubjetividad de Stolorow (Stolorow y Atwood, 1992), Joseph Lichtenberg desarrolló una teoría de sistemas de motivación en la que el “sí mismo” se conceptualiza como un sí mismo experiencial o un sentido de sí mismo. Este sentido de sí mismo existe en un contexto complejo de sensaciones e información sobre el cuerpo del individuo y su relación con otros individuos, grupos y culturas, a partir de su capacidad de respuesta y adaptación a los objetos inanimados y otros animados no humanos. En la matriz de la experiencia del apego, el sentido de sí mismo del bebé se origina en la acción, es decir, en ser una persona dinámica: en el hacer, el actuar e internalizar, emprender y responder. Según Lichtenberg (Lichtenberg, Lachmann y Fosshage, 2011), las intenciones y objetivos centrales del sí mismo son: buscar una base segura en momentos de peligro y pérdida (Bolwlby, 1988), a la que los cuidadores responden con aserción especular, estableciendo un sentido de comunidad (gemelar) con los demás y de admiración (idealización) y ser admirado por otros (Kohut, 1984). La regulación mutua exitosa de estas relaciones de apego con individuos y afiliaciones grupales (la familia, los compañeros, etc.) conduce a cambios equivalentes en el sentido de sí-mismo y en el otro, que crea un ambiente positivo que influye en las expectativas y adaptaciones futuras. Si bien se puede hablar de un sentido central o nuclear del sí mismo, la identidad y la persona, la experiencia del sí mismo difiere debido a la multiplicidad de intenciones y objetivos. En general, Lichtenberg (1989) ha descrito cinco sistemas motivacionales en el desarrollo del sí mismo que comprenden las necesidades de: 1. regulación psíquica de los requisitos corporales; 2. apego y afiliación; 3. exploración y asertividad; 4. reactividad aversiva y 5. necesidades sexuales y sensuales. En situaciones adaptativas normales, la sensación de sí mismo cambia con el dominio fluctuante y la presencia o ausencia de intenciones para regular los requisitos fisiológicos, formar vínculos con individuos y afiliaciones con grupos, dar y recibir cuidado, explorar el entorno y afirmar las preferencias, expresar aversión a través del antagonismo y el abandono y/o buscar el placer sensual y la excitación sexual (Lichtenberg, 2008). En respuesta al estrés crónico y/o traumático, se puede fragmentar el sentido de sí mismo en estados desasociados y restringidos mediante las adaptaciones patológicas y, de este modo, deteriorarse y debilitarse hasta llegar a los estados regresivos y depresivos. Los asaltos al sentido de agencia, autoestima y valor propio, especialmente en un individuo vulnerable a la vergüenza, la culpa y la pérdida de orgullo y confianza, afectan el sentido del sí mismom y a menudo desembocan en ira, sospecha y preocupación por fantasías de venganza. En términos generales, el sentido de sí mismo como una persona dinámica se sustenta en experiencias de empatía o se
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