Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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producción discursiva y el intercambio entre analista y analizado por medio del discurso verbal. En el campo clínico, una perspectiva contemporánea sobre los diferentes tipos de sufrimiento encontró en el concepto del sí mismo una herramienta teórico-clínica útil (Lerner, 2013). En el campo de la investigación, el “Modelo de los tres niveles de observación de las transformaciones del paciente (3-LM)” de Ricardo Bernardi (2015) incluye, en el nivel 2, la percepción de uno mismo y de los demás y la evaluación, en relación con la identidad, de si el paciente es capaz de percibir adecuadamente sus propios estados internos y los de los demás, incluidas las habilidades para empatizar, tolerar y comprender diferentes puntos de vista. El modelo se guía por el Diagnóstico Psicodinámico Operacional (OPD 2) y tiene en cuenta tres áreas: a) la percepción de uno mismo y los demás; la mentalización; la identidad; b) la regulación de los afectos, los impulsos y la autoestima; c) la comunicación interna y externa; la elaboración; la simbolización y d) los vínculos con objetos internos y externos. El concepto del sí mismo también ha hecho posible la elaboración de reflexiones que atañen a la formación analítica, tal como lo presentó Cecilia Rodríguez (2016) en México, quien abordó el riesgo de desarrollar un “sí mismo analítico falso”. El concepto del sí mismo también se utilizó para conceptualizar los significados interdisciplinarios de la salud mental, en la publicación “Psicoanálisis relacional, Espacios intersubjetivos e interdisciplinarios de creación de significados para la salud mental”, editado por Elena Toranzo y Alejandra Taborda (2017) en Argentina. En general, estos enfoques concuerdan con el énfasis de Nemirovsky (2007, 2018) en la importancia de desarrollar instrumentos teóricos adecuados para abordar los problemas clínicos de nuestros tiempos. Entre otras cosas, destaca la importancia de que los psicoanalistas se reinventen en un contexto que puede ser efímero y difícil de abarcar.

VIII. CONCLUSIÓN

La tensión, la ambigüedad y la dualidad inherentes al “Ich” de Freud, que abarca tanto el “yo” como la estructura mental y la agencia psíquica, así como el “sí mismo” más personal como generador de la experiencia subjetiva, ha llevado a la creación de numerosos enfoques psicoanalíticos sobre el viejo problema de lo que constituye “el sí mismo” en relación con “el yo”, en relación con el desarrollo de la estructura psíquica y en relación con las formulaciones del narcisismo. La ampliación del interés psicoanalítico en las condiciones clínicas, que incluyen la psicopatología no orgánica

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