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3. Tal como se practicaba, la psicología del yo con frecuencia se basaba en interpretaciones profundas distantes a la experiencia (Busch 1999). 4. El análisis a menudo se llevaba a cabo de forma estricta e impersonal. 5. A pesar del creciente númereo de estudios sobre el desarrollo, el trauma parecía no tomarse en consideración. 6. Era importante estudiar a Hartmann, pero resultaba difícil de leer. Es posible que muchos cursos se impartieran de manera que resultara dificultosa la apreciación de sus contribuciones, salvo de forma idealizada. Por lo general, la psicología del yo de la “era Hartmann” (Bergmann 2000) no tuvo un gran reconocimiento fuera de los Estados Unidos. Las razones son complejas, como puede deducirse de la declaración de André Green: “…podemos argumentar que el gran éxito de Hartmann estuvo vinculado a… la superioridad que sienten los estadounidenses” (Green 2000, p. 106). Incluso algunos autores internacionales contemporáneos (Sapisochin 2015) se hacen eco del resentimiento histórico sobre la opinión de que Hartmann fue el único relevo de Freud. Según Nancy Chodorow (2004), los críticos de las relaciones objetales británicos, así como los franceses y norteamericanos que afirman que los psicólogos norteamericanos del yo dejaron de creer en el inconsciente o las pulsiones, “(mal) interpretaron la ‘psicología del yo y el problema de la adaptación’ de Hartmann (1939/1958), entendiéndola como una defensa de los ajustes de la persona a una sociedad enferma, más que como un intento de repensar ‘Los dos principios del funcionamiento mental’ mediante la teoría estructural…” (Chodorow 2004, p. 214). III Bb. El desarrollo posterior a Hartmann: El surgimiento de la teoría moderna del conflicto, la psicología del yo contemporánea y el comienzo de los modelos integradores Si bien Anna Freud, Hartmann y sus colaboradores destacaron en la elaboración de la psicología del yo, con el tiempo la relación que establecen las funciones yoicas con el ello y el superyó fue tomando ventaja en los estudios de los teóricos analíticos norteamericanos (Bergmann 2000). De hecho, es por esta razón que el enfoque acabó centrándose en el conflicto intrapsíquico , con los componentes de la pulsión, la señal de angustia, las defensas y el compromiso desarrollados por Arlow y Brenner (1964), que subrayaron las ventajas de las explicaciones basadas en la teoría estructural por encima de las basadas en la teoría topográfica. En opinión de algunos (Busch 1995), el trabajo de Arlow y Brenner supuso un alejamiento significativo del trabajo de Hartmann y compañía. Arlow y Brenner creían que se había creado una distinción demasiado rotunda entre las esferas conflictivas y no conflictivas del yo (Busch 1992, 1993). Arnold Richards (Richards y Willick 1986) planteó que era concebible que, con el tiempo, al ampliar los conceptos de formación de compromiso y señal-afecto , y al enfatizar que cualquier forma de
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