Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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paciente. A partir de la elaboración de la noción de desorganización y reorganización en el análisis se llega a una integración de nivel superior, originada con el concepto de regresión al servicio del yo de Kris, que acompaña a un análisis que toma dos direcciones: se dirige a la profundidad original mediante la regresión y la deconstrucción, y a un nivel superior mediante la interpretación y la reconstrucción. Para Loewald, la transferencia era el resultado intrapsíquico de lo interpersonal, y gracias a ella se recuperan las profundidades perdidas y se puede transformar a los “fantasmas” (complejos inconscientes) en ancestros (estructuras psíquicas bien integradas) mediante una etapa de transición que llama “demonio” (o transferencia regresiva). En su opinión, la transferencia no es meramente patológica, sino que es algo crucial para la salud. Finalmente, se formula la “anhelada experiencia integradora”, una tendencia evolutiva y clínica necesaria para una mayor integración. La actividad organizadora de la internalización , entendida como una tendencia clínica del desarrollo, es un tema central en el trabajo de Loewald. Dentro de este marco, recontextualiza muchos conceptos de la psicología pulsional como actividades organizadoras. Loewald insiste en la centralidad del complejo de Edipo para todo el trabajo clínico, y ofrece una nueva definición de la etapa edípica que destaca el surgimiento de la capacidad autorreflexiva, la responsabilidad personal y la individualidad, es decir, la capacidad de ser un individuo. El objeto, las relaciones de objeto y el sí mismo, en el sentido analítico e intrapsíquico, no se dan hasta la etapa edípica. Además, mediante una compleja discusión sobre el parricidio y el incesto, traslada lo narcisista y preedípico al núcleo edípico. Hay parecidos con la posición depresiva de Melanie Klein, en tanto que ambos ponen énfasis en la culpa y la reparación, y con Kohut y Winnicott, por el carácter simbiótico y transicional de la experiencia edípica tal y como la define Loewald. La versión de Otto Kernberg de la teoría de las relaciones objetales dentro del modelo estructural de Freud y la psicología del yo de Hartmann, se ha ido desarrollando desde la década de 1970. Según su formulación, las representaciones del sí mismo y las representaciones objetales entraban en contacto gracias a las disposiciones afectivas. El foco se ponía en los conflictos tempranos de los individuos con patologías limítrofes. En su teoría, las relaciones objetales se entienden como “un organizador esencial del yo” (Kernberg 1977, p. 38), y las “unidades del sí mismo-objeto-afecto” como los determinantes primarios de las estructuras generales de la mente (ello, yo, superyó). En su artículo, “El sí mismo, el yo, los afectos, y las pulsiones”, Kernberg (1982) esclarece sus puntos de vista sobre el desarrollo y formación de estructuras, cuando plantea una modificación de la teoría dual de las pulsiones. Al definir el sí mismo como una estructura intrapsíquica que se origina en el yo (“Ich”/“I”) y se incrusta en él, Kernberg se mantiene cerca de la insistencia implícita de Freud de que el sí mismo y el yo (“Ich”/“I”) están indisolublemente unidos . Cuando aborda el desarrollo de las primeras representaciones del sí mismo y de objeto, Kernberg integra los hallazgos de la neurobiología contemporánea y los estudios del desarrollo infantil con su reformulación de la teoría dual de las pulsiones por la relación entre los afectos

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