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actualidad, el concepto de identidad de Erikson es tan estratégico como el estudio de la sexualidad en la época de Freud. Lo que constituye la “identidad primaria” conduce a la diferenciación entre el yo y el sí mismo. Los conceptos del yo y el sí mismo están claramente diferenciados y deben entenderse como conceptos separados. Según los Grinberg, las investigaciones de los problemas del sí mismo comienzan con la distinción de Hartmann entre el yo como sistema psíquico y el sí mismo como referencia a uno mismo. Los Grinberg no entienden que el concepto del yo de Hartmann sea sinónimo de personalidad, ni de sujeto, es decir, de algo opuesto al objeto de la experiencia, sino que se basa más en la conciencia del sentido de uno mismo. Para él, el yo es una subestructura de la personalidad y se define por sus funciones. Estas funciones se refieren al primer yo de Freud: el yo corporal, es decir, la influencia que tiene la imagen corporal en la diferenciación entre el sí mismo y el mundo de los objetos; pero también, de qué manera las funciones de los órganos del cuerpo establecen contacto con el mundo exterior y van cayendo al control del yo. Este postulado ayuda a Hartmann a evitar la confusión que existe entre el sí mismo como objeto y el yo como organización. La palabra yo se utiliza para incluir procesos y funciones psicológicas como pensar, percibir, recordar, sentir, y tiene una función organizativa y autorreguladora en relación con el sí mismo. Las funciones yoicas se responsabilizan del desarrollo y ejecución de la satisfacción de las pulsiones internas, por un lado, y de las demandas del mundo exterior, por el otro. El sí mismo es un concepto intermedio entre los fenómenos intrapsíquicos y lo que concierne a la experiencia interpersonal. Leon y Rebeca Grinberg consideran que las ideas de Hartmann proporcionan a Edith Jacobson el impulso para desarrollar el concepto del sí mismo, que abarca a la persona total, es decir, tanto el cuerpo como sus partes –o el sí mismo psicofisiológico primario–, con pulsiones libidinales y agresivas que dan a luz al narcisismo y masoquismo primario. A medida que el yo evoluciona, va incorporando su representación mnémica de los objetos, y a medida que crece el individuo, éste va a ir diferenciando lo interno de lo externo, el yo del sí mismo y de los objetos, y también podrá ir diferenciando las representaciones del yo de las autorrepresentaciones. De esta forma, el narcisismo y el masoquismo secundarios corresponden al impacto de las pulsiones agresivas y libidinales sobre estas representaciones del sí mismo y de objeto contenidas en el yo, ahora diferenciado. La identidad tiene dos aspectos, uno que se refiere al sí mismo y otro al yo vinculado a la función sintética. En opinión de los Grinberg, siguiendo a Jacobson, el sí mismo tiene una dimensión temporal que incluye los estadios de la niñez, adolescencia y edad adulta. En la organización psicótica se desarrolla un sí mismo falso; un sí mismo que protege al sí mismo real hasta que un medio más facilitador posibilita la emergencia del sí mismo genuino, recuperado por el yo. Según los Grinberg, así es como transitan los conceptos de Freud (el yo corporal) hasta Erik Erikson (la constitución de la identidad), Jacobson (la temporalidad del sí mismo en la formación del yo), Otto Kernberg (aclaración del significado de temperamento, carácter y personalidad) y Melanie Klein (el sí mismo como identificación introyectiva, como resultado de la introyección del objeto por parte del yo y la identificación proyectiva como resultado de la proyección de las partes del sí
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