Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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superyó. Las tendencias parricidas son secundarias a las filicidas y obedecen a mecanismos de identificación con el agresor (1974, p. 314). Rascovsky busca el origen de las expresiones filicidas en las mitologías de varios pueblos y en la Biblia que, por último, considera como los cimientos de la concepción monoteísta y el proceso sociocultural (1981). IV. C. Mauricio Abadi Mauricio Abadi , en su libro “Renacimiento de Edipo” (1977), presenta una relectura del complejo de Edipo a partir de una nueva interpretación del “Edipo Rei” de Sófocles. Como resultado de esta nueva concepción del complejo nuclear, los elementos que intervienen en el conflicto son distintos a los establecidos por la tradición. Según Abadi, la motivación de todo comportamiento es la angustia a la muerte . A su vez, cualquier intento de interpretar las manifestaciones de un sujeto sólo pueden entenderse en una dinámica triádica. Los personajes del padre, la madre y el hijo, presentes en la concepción freudiana del Edipo, son reemplazados por roles que, como tales, pueden ser ocupados simultáneamente o sucesivamente por cualesquiera de las figuras fácticas. Estos roles son los siguientes: el rol retentivo, el extractivo y el filial. Si la angustia principal es hacia la muerte, lo que asegura la supervivencia, tanto para el padre como para la madre, imaginariamente, es la posesión del niño. De esta manera, la fantasía del embarazo eterno es, para ambos sexos, universal. Escondida tras la organización patriarcal, la envidia masculina acompaña la posibilidad de que las mujeres queden embarazadas. Este es el origen de la costumbre “couvade”, bien documentada en varias culturas primitivas, según la cual el futuro padre mimetiza el parto mientras su esposa está dando a luz. El modelo elegido por Abadi para explicar la manera en que se interrelacionan los tres roles y ansiedades específicas que acompañan esta dialéctica es el modelo del nacimiento, con sus tres momentos: el embarazo, el paso por el canal de parto y la vida extrauterina. El conflicto se desarrolla en dos ejes: la lucha entre los sexos y la lucha de los padres contra el niño . Madre y padre luchan para poseer al hijo que, en este enfrentamiento, representa la apuesta. Esta lucha está dominada por dos sentimientos: un sentimiento de amor, es decir, de lucha por la integridad, y un sentimiento de odio que busca la oposición y la exclusión. El hijo, por otro lado, busca liberarse de uno de los padres y para ello debe establecer una alianza con el otro; el apetito sexual por uno u otro de los padres es el vehículo, la manera que tiene de establecer una alianza o crear un vínculo. El rol retentivo intenta hacerse cargo del hijo (embarazo eterno), mientras que el rol extractivo intenta crear una unión con el hijo retenido para liberarlo y, a su vez, poseerlo. La lucha de los sexos adquiere de esta manera el sentido de una disyunción: “para que yo viva, tú debes morir”. La relación del padre con el hijo se caracteriza por la angustia paterna de su propia infertilidad y el consiguiente deseo del robo del hijo. La relación de la madre con el niño es un vínculo en el que se intenta procrear y retener su producto, del cual el padre debe quedar excluido.

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