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(Kernberg, 1977, p. 58). S. Mitchell también defiende este papel de “marco integrador” desde una perspectiva histórica cuando en su tributo a John Bowlby afirma (1998): “los principales autores relacionales han contribuido a nuestra comprensión clínica de las distintas facetas e implicaciones de las interrelaciones humanas y el apego. Fairbairn exploró la psicodinámica del apego con figuras parentales física o emocionalmente ausentes. Winnicott iluminó las formas sutiles en que el apego seguro facilita el desarrollo de un sentido personal de sí-mismo y las formas en que la ausencia de tales funciones parentales descarta ese desarrollo de forma adaptativa. La teoría innovadora de Loewald sugiere que la supuesta separación entre el sujeto que se apega y el objeto del apego reviste un proceso primario de organización donde el sí-mismo y el otro coexisten en varios grados de indiferenciación. Loewald (1988) sugiere que las relaciones objetales sanas no consisten tanto en realizar una separación tajante entre el sí-mismo y los demás, sino más bien en la capacidad de contener la tensión dialéctica entre las diferentes formas de relación. Y, finalmente, Sullivan y los interpersonalistas contemporáneos han contribuido a nuestra comprensión de las formas en que las vicisitudes de las primeras experiencias de apego se reproducen en las relaciones actuales, incluida la relación de transferencia-contratransferencia con el analista. En este punto de la evolución de las ideas psicológicas, la teoría del apego y la teoría psicoanalítica [de las relaciones objetales] presentan la posibilidad de crear una convergencia que enriquezca a ambas.” (Mitchell, 1998, p. 193). El interés pos freudiano francés por la función que desempeña el objeto en el desarrollo del aparato psíquico es intenso y variado. En el trabajo proveniente de Francia y Montreal, los analistas contemporáneos hablan del “tercer modelo”: un modelo del aparato psíquico que propone una primera fase en que la mente del bebé debe considerarse dentro del contexto del cuidado de los demás (modelo de dos personas) antes de diferenciarse en uno u otro (una persona) de los modelos freudianos, el topográfico y el estructural. En el desarrollo humano, la mente de dos personas precede a la autonomía psíquica de la pulsión, defensa y fantasía intrapsíquica de una persona descrita por Freud. Green entendió a Winnicott de esta manera, y Brusset (2005b, 2006), Reid (2008a, 2008b) y otros siguieron el ejemplo. Esto puede constituir otro campo de investigación psicoanalítica internacional, que se sume a los de la transferencia y la contratransferencia sugeridos por Gabbard en 1995. La afirmación de Loewald (1960): “las pulsiones instintivas están tan relacionadas con los ‘objetos’ y el ‘mundo externo’ como lo está el yo. En otras palabras, las pulsiones instintivas organizan el entorno y están organizadas por este, lo mismo que el yo y su realidad… Es la mutualidad de la organización, en el sentido de organizarse entre sí, lo que constituye la interrelación inextricable entre el ‘mundo interno y el externo’…” (ibíd., p. 23) coincide con los intereses de los analistas franceses contemporáneos de ambos lados del Atlántico. Muchas escuelas de relaciones objetales europeas y norteamericanas también incluyen las conceptualizaciones de Sándor Ferenczi y Michael Balint sobre el “amor
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