Volver a la tabla de contenido
pulsión destructiva alimenta el conflicto que oscila entre la agresión desatada del Ello y el Superyó sádico-anal y/o oral primitivo. El Yo mitiga la oposición entre el Ello, el Superyó y la realidad externa. En el Ello no hay representación ni simbolización. El Ello está formado por impulsos y, en la metáfora de Freud, es “un caos, una caldera llena de excitaciones borboteantes.” (Freud 1933, p. 73 [68]). En “Esquema del psicoanálisis”, Freud (1940 [1938]) introduce una distinción terminológica entre Eros (las pulsiones de amor y vida), libido y sexualidad: la sexualidad es ahora una función del Eros y la libido es el “exponente” (energía al servicio) del Eros (ibid. p. 151 [149]). El principio que subyace al Eros es el principio de ligazón: “La meta de la primera es producir unidades cada vez más grandes y, así, conservarlas, o sea, una ligazón [ Bindung ]; la meta de la otra es, al contrario, disolver nexos y, así destruir…” (p. 148 [146]). Por lo tanto, la pulsión de muerte asume la fuerza “demoníaca” que, insiste Freud, es la esencia del instinto (1920), mientras que la sexualidad queda del lado del proceso de ligazón. (1940 [1938]). Varios pensadores posfreudianos (como Loewald, Kulish, Green, Scarfone, entre otros) desarrollarán esta noción más adelante, cada uno a su manera. III. Ac. Evolución de la libido y de la teoría de la libido En todo momento, el componente central de la teoría pulsional de Freud fue el concepto de la libido. La teoría de la libido , por su parte, también experimentó numerosas transformaciones. El término “libido” (del latín “deseo”) denota, en la teorización freudiana, tanto el deseo como el apetito sexual, o más específicamente, la energía mental de la pulsión sexual, distinta del contenido ideacional de dicha pulsión (Auchincloss y Samberg, 2012). Freud empleó por primera vez el término en 1894 en un borrador a Fliess, donde describía la libido como una representación mental de un proceso somático subyacente, implicado en la sexualidad (Freud, 1894). Tras una primera elaboración del concepto de libido en los “Tres ensayos” (1905a), donde la define como la energía sexual de la pulsión/instinto, en el marco de su concepción expandida de la sexualidad –formada por ideas deseantes (objetivos libidinales) asociadas a sensaciones excitantes (libido), cuyo origen se encuentra en la estimulación sensual de zonas erógenas durante el cuidado parental o de cuidadores, y en la cual los cuidadores se convierten en los objetos libidinales de esos deseos–, Freud formaliza su teoría de la libido en “Introducción al narcisismo” (1914). En este ensayo presenta la libido como la energía mental que puede ser investida en diversas representaciones o estructuras de la mente. En este marco, postula una relación recíproca entre la cantidad de libido investida en uno mismo (libido yoica) y en los objetos (libido objetal). El fracaso en la descarga de la libido desemboca en un estado “reprimido” (p. 85 [96]), lo cual lleva a la formación de síntomas, siendo el más patológico la neurosis narcisista (psicosis). En este caso, el yo retira defensivamente la
614
Made with FlippingBook - Online magazine maker