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III. A. Klein: Los objetos internos y la intencionalidad de las pulsiones Melanie Klein sentó las bases de la teoría de las relaciones objetales que ha ido evolucionando desde la década de los setenta, extendiéndose más allá de la escuela británica. Del marco psicoanalítico general, que sigue siendo válido para el grupo kleiniano contemporáneo de Gran Bretaña (Schafer, 1997), Klein conservó la idea de Freud de concebir las pulsiones como un principio motivacional subyacente; mientras que, al mismo tiempo, redefinió el concepto de “pulsión”. Klein consideró que su explicación de los orígenes internos de la experiencia humana era una extensión de la teoría clásica freudiana; de hecho, entendió su trabajo como una puesta en práctica de las ideas de Freud y, más específicamente, trató de articular su concepción del mundo interno desde la teoría estructural de la personalidad de Freud (1923) (véase Caper, 1988). Entiende el superyó, por ejemplo, como un compuesto de “diversas identificaciones adoptadas en los diferentes niveles de desarrollo, cuyo sello portan” (1929: 204). Y, sin embargo, contra Freud, Klein concibe las pulsiones de forma irreductiblemente psicológica o subjetiva y al servicio de la experiencia; es decir, como componentes inextricables de las emociones y ansiedades del bebé. Por tanto, el uso que hace Klein del término “relaciones objetales” se basa en su “afirmación de que el bebé tiene, desde el principio de su vida posnatal, una relación con su madre (aunque se centralice sobre todo en su pecho), relación impregnada de los elementos básicos de una relación objetal: amor, odio, fantasías, angustia y defensas” (1952a: 49). Las pulsiones se conciben desde el punto de vista de la relación primaria con el objeto. Para Klein, “no hay necesidad instintiva… que no implique objetos, internos o externos; en otras palabras, las relaciones de objeto son el centro de la vida emocional” (1952a: 53). Para Klein son los objetos internos los que proporcionan el contenido de la fantasía inconsciente, y la fantasía es el componente principal de las pulsiones. Prueba de ello es la forma en que Klein entendía la relación entre los objetos y el cuerpo. Mientras que el cuerpo es fundamental para la fenomenología del mundo interno, Klein puso más énfasis en la expresión corpórea de las pulsiones que en la tensión corporal aislada, ya que entendía esta expresión como una fuente de energía instintiva. Esto brindó una alternativa a los principios reguladores de la teoría clásica de las pulsiones. El término y concepto “interno” puede referirse a lo “mental”, “imaginario” o “interior” (Strachey, 1941). Los kleinianos siguen debatiendo esta cuestión. Karin Stephen, en una primera tentativa de aclarar la naturaleza de los objetos internos, señala que “la creencia en estos objetos internos fantásticos se origina en experiencias corporales reales de la primera infancia, conectadas con descargas violentas, a menudo incontrolables, de tensión emocional” (1934: 321). Paula Heimann, si bien es fiel al grupo kleiniano, al mismo tiempo subraya que las pulsiones son buscadoras de objetos desde el punto de vista del cuerpo: “Bajo el dominio del hambre y los deseos orales, el bebé de algún modo evoca el objeto que va a satisfacer estos impulsos. Cuando se le
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