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ofrece este objeto, el pecho de la madre, él lo acepta y lo incorpora en su fantasía” (1949: 10). Más recientemente, Robert Hinshelwood ha señalado que la experiencia primitiva de los objetos internos “crea un mundo animista en el que todo [lo animado e inanimado] siente y tiene intenciones ” (1989: 75; énfasis añadido). Desde la perspectiva kleiniana, la energía psíquica, ya sea hacia la pulsión de vida como hacia la pulsión de muerte, tiene intencionalidad desde el comienzo de la vida: “el amor y el odio, las fantasías, las angustias y las defensas operan desde el principio y están ab initio indivisiblemente ligadas a las relaciones de objeto” (Klein, 1952a: 53). Desde el comienzo, según Klein, “el yo introyecta objetos ‘buenos’ y ‘malos’, siendo el pecho de la madre el prototipo de ambos” (1935: 262). A diferencia de Freud, para quien el objeto es siempre el objeto de un propósito instintivo, Klein propone que la interrelación con el objeto es un factor primario “adicional” de la acción humana (1952a: 51). Esto vale tanto para el amor como para el odio, ambos entendidos como relaciones de fuerzas intencionales e inherentes desde el principio. En el caso del apego libidinal, Klein propone que “los sentimientos de amor y gratitud surgen directa y espontáneamente en el niño, como respuesta al amor y cuidado de su madre” (1937: 311). Se entiende que los impulsos destructivos se rigen por el mismo funcionamiento que la manifestación innata del odio intencional y la envidia del objeto bueno, todopoderoso (1959: 249). “En los primeros meses de la existencia del niño, éste tiene impulsos sádicos dirigidos no solo contra el pecho de su madre, sino también contra el interior de su cuerpo” (1935: 262; énfasis añadido). Las nociones freudianas de “libido” y “agresión” se reformulan como emociones direccionales. De esta manera, Klein busca integrar la teoría de la pulsión con la teoría de las relaciones objetales; de hecho, su descripción de las pulsiones como fenómenos intencionales es una teoría de los orígenes y de la naturaleza del objeto. Esto plantea algunas preguntas sobre la constitución de la psique, con respecto al equilibrio de los factores constitucionales y ambientales. Klein expresa de distintas maneras en diferentes pasajes de su obra el significado del equilibrio entre los factores internos y externos, es decir, entre los elementos biológicos y personales y la naturaleza del ambiente temprano. Klein, consecuente con sus razonamientos, postula un estado de “percepción inconsciente innata de la existencia de la madre” (1959: 248); los objetos se consideran inherentes a las pulsiones y, en este sentido, relativamente autónomos de los objetos externos, en especial de la madre real del bebé. El conocimiento instintivo, o preconcepción innata, se entiende como “la base de la relación primaria del niño con su madre” (1959: 248). La idea de que los primeros objetos de las pulsiones son en realidad extensiones de las mismas pulsiones, en vez de eventos reales y relacionales, se defiende en dos puntos: por un lado, Klein presupone que el deseo libidinal siempre es el deseo de algo (intencionalidad de las pulsiones) y, por otro, que las relaciones de objeto se establecen mediante los mecanismos intrapsíquicos de introyección y proyección. “Mediante la proyección, dirigiendo hacia afuera la libido y la agresión y haciendo de ese modo que el objeto se vea imbuido de ellas, es que se establece la
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