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primera relación de objeto. Este, en mi opinión, es el proceso que subyace a la catexis de los objetos. A causa de la introyección, simultáneamente, este primer objeto es introyectado dentro de sí” (1952b: 58). La naturaleza omnipotente de la fantasía primitiva inconsciente significa que el objeto externo, en la posición esquizoparanoide temprana, es indisociable del objeto introyectado, mientras que la proyección produce lo que se experimenta como una pérdida real de partes del sí-mismo o del mundo interior. Una sensación de despersonalización o fragmentación puede venir causada por una excesiva identificación proyectiva, en que se han localizado partes del sí-mismo en objetos externos. El concepto de “objeto interno” se emplea para referirse a la creencia primitiva del objeto presente físicamente (Money-Kyrle, 1968) o a la experiencia de los objetos concretizados y reales. A las personas reales, incluidos los padres reales, se les asigna un papel o una identidad en el contexto de este mundo interno imaginado, donde las relaciones objetales están formadas a priori por las imago universales. En concreto, el superyó del niño, según Klein (1933: 249), “no coincide con la figura presentada por sus padres reales, pero es creado de figuras imaginarias o imágenes de ellas que el superyó toma para sí mismo.” Klein pronto llegó a una conclusión sobre los orígenes intrapsíquicos de los objetos introyectados e internos: en su análisis de Rita, en 1923, escribe que la prohibición causada por un objeto persecutorio interno no emanó “de la madre real , sino de una madre introyectada” (1926: 132). No obstante, Klein no evita las referencias al mundo real y externo, pero considera que la proyección y la introyección son procesos de interacción o “intercambio” continuo de factores ambientales e intrapsíquicos (1936: 292): “Desde sus comienzos, el análisis ha acentuado siempre la importancia de las primeras experiencias del niño, pero me parece que solo desde que sabemos más sobre la naturaleza y contenido de sus primeras ansiedades y el intercambio constante entre sus experiencias reales y su vida de fantasía, podemos comprender plenamente por qué el factor externo es tan importante.” (Klein, 1935: p. 285) Klein afirma que desde “el comienzo mismo del desarrollo psíquico hay una correlación constante entre los objetos reales y aquellos instalados dentro del yo” (1935: 266). Las imago de objetos reales se entienden como “dobles” de situaciones reales (1940: 346). La noción de “dobles” presupone una teoría de la mentalización psíquica (objetos internos, representaciones y símbolos) basada en la idea de la correspondencia (en lugar de la verosimilitud), una opinión que se construye sobre la base de que estas imago internas son “un cuadro fantásticamente distorsionado de los objetos reales sobre los que se basan” (1935: 262). Más que un mecanismo de defensa, el proceso de proyección e introyección se entiende como algo normal, una forma sana de relacionarse con el mundo exterior. Según este presupuesto, la imago del objeto interno se forma alrededor de un núcleo de experiencia perceptiva real; el mundo interno está poblado por objetos derivados del entorno real del niño y su historia interpersonal.
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