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Al igual que la teoría freudiana, la de Klein se basa en el concepto de pulsión. Las diferencias entre ambas residen en los parámetros temporales, la naturaleza de la fase final del desarrollo (y de la terapia) y la importancia relativa de los factores internos frente a los externos (ambientales) en el desarrollo y la etiología de la psicopatología: la teoría de Klein propone la adquisición de la posición depresiva (y la plena resolución de los conflictos edípicos, con una estructuración completa del superyó) dentro de los primeros 18 meses de vida, en términos de la integración de actitudes de amor y odio hacia el objeto. Esto difiere de la integración de varios componentes parciales de la pulsión, como en las fases psicosexuales propuestas por Freud, que culminan en una estructuración interna gradual y en la formación del superyó hacia los cinco años. En el sistema kleiniano, en lo que atañe a la importancia relativa de los factores internos y externos, tanto en el desarrollo como en la patogénesis, la fantasía inconsciente es dominante, mientras que el impacto de los factores externos, incluida la angustia o depresión materna, es mínimo. No existe un equivalente a la “serie complementaria” de Freud, y solo hay escasas alusiones a que la calidad del procesamiento psíquico parental podría influir en el “nivel” de escisión del niño. Klein retuvo la visión freudiana de las pulsiones como principio motivacional subyacente en la vida humana; sin embargo, al mismo tiempo, redefinió el concepto mismo de “pulsión”. Concibió las pulsiones como irreductiblemente psicológicas en su naturaleza y accesibles a nivel experiencial –es decir, intrínsicamente ligadas a las emociones y ansiedades del bebé. Las pulsiones se conciben desde el punto de vista de una relación objetal primaria. Para Klein, “no hay impulso instintivo… que no implique objetos, externos e internos...” (Klein 1952, p. 53). Los objetos internos suministran el contenido de la fantasía inconsciente. En consecuencia, la fantasía se ve como un componente primario de las pulsiones mismas. Los kleinianos norteamericanos desarrollaron la noción de fantasía inconsciente, como un complejo animado de representaciones de transacciones entre el sí mismo y el objeto , dándole un “ punto de vista dramático ”, como una adición a la metapsicología freudiana. La atribución de intencionalidad a la energía psíquica, tanto en las pulsiones de vida como en las de muerte, es válida desde el comienzo de la vida. A diferencia de Freud, para quien el objeto es siempre el objeto de una meta instintiva, Klein plantea la relación objetal como un determinante adicional y primario de la acción humana (1952, p. 51). De esta manera, su concepción de las pulsiones como fenómenos inherentemente intencionales es, también, una teoría del origen y la naturaleza del objeto. Los objetos son vistos como inherentes a las pulsiones y, en ese sentido, relativamente autónomos respecto de los objetos externos. La idea de que los primeros objetos de las pulsiones son en realidad extensiones de las propias pulsiones, más que eventos relacionales reales, se apoya en dos ideas: Klein presupone, primero, que el deseo libidinal es siempre deseo de algo (intencionalidad de las pulsiones), y segundo, que las relaciones objetales se establecen específicamente mediante los mecanismos intrapsíquicos de introyección y proyección (ver la entrada TEORÍA DE LAS RELACIONES
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