Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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debe posicionarse “mediante un proceso de división relativa como observador de la situación interpersonal” (Baranger, W., 1961-62, p. 168). En consecuencia, “la observación del analista siendo a la vez observación del paciente y autoobservación correlativas, no puede definirse como observación de este campo” (Baranger, M. y Baranger, W., 1961-62/2008, p. 796). Posteriormente, los Baranger desarrollaron la noción del “baluarte” y propusieron que el analista debe poder establecer una “segunda mirada” sobre la totalidad del campo analítico, especialmente sobre los obstáculos del proceso que incluyen a ambos participantes: “Esto nos llevó a proponer la introducción de algunos términos: ‘campo’, ‘baluarte’, ‘segunda mirada’. Cuando el proceso tropieza o se detiene, el analista no puede sino interrogarse acerca del obstáculo englobando en una segunda mirada a sí mismo y a su analizado, a Edipo y a la Esfinge, en una visión conjunta: esto es el campo” (Baranger, M., Baranger, W. y Mom, 1979, p. 1). El trabajo de 1961-62 consistió en proporcionar una observación y descripción detalladas de los aspectos esenciales de la situación psicoanalítica concebida como campo dinámico. Esto abrió nuevos interrogantes, como la importancia de la participación del analista y de la contratransferencia como instrumento técnico; la relevancia del lenguaje corporal y la comunicación emocional como expresión de la comunicación inconsciente establecida entre paciente y analista; los fenómenos resistenciales que pueden expresar experiencias primarias escindidas (o clivadas); el proceso de asociación libre verbal y los factores de cambio o no cambio en el proceso analítico. Los Baranger (Baranger, W., 1959, 1979; Baranger, M. y Baranger, W., 1961- 62; Baranger, M., 1992) también reconocieron otras influencias que convergen en la noción de campo dinámico. Entre ellas, la teoría de la Gestalt, en especial la obra de Kurt Lewin, que jerarquizó la importancia del espacio vital y sus dinamismos como determinantes de la conducta. Lewin, reconocido como fundador de la psicología social, refutó el asociacionismo destacando la importancia de la percepción de las estructuras, lo cual permitiría descubrir nuevas dimensiones de la realidad. La teoría de la Gestalt influyó, a su vez, a la concepción de la percepción de Merleau-Ponty (como se planteaba anteriormente). Según Beatriz de León de Bernardi (2000), Hugo Vezzetti (1998) consideró que Enrique Pichon Rivière (1998) fue uno de los psicoanalistas que introdujo las ideas de la teoría de la Gestalt en la Argentina. Este pionero y principal impulsor de la psicología social en ambas márgenes del Río de la Plata, incorporó en su estudio de los grupos humanos tanto la noción de campo de la Gestalt, como ideas kleinianas sobre relaciones objetales primitivas. Sin embargo, en su teoría del mundo interno puso más énfasis en la experiencia internalizada de los vínculos tempranos más que en los aspectos instintivos. Desde su perspectiva, la experiencia interna se organiza como una experiencia grupal, aspecto que desarrolla en distintas investigaciones sociopsicológicas, especialmente en el área de la psiquiatría. Este modelo influyó en la

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