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“la relación con el entorno existe de forma primitiva desde el principio” (1968: 63) y es una condición necesaria del desarrollo emocional; (ii) las relaciones objetales primitivas se caracterizan por formas pasivas del amor objetal (1937: 98; véase Ferenczi, 1924), pero también por una “búsqueda activa de contacto con el entorno” (1968: 135) y (iii) la experiencia del “amor primario” (1937, 1968, capítulo 12) es la base de la relación objetal. 1. La teoría del amor primario y el uso concomitante de la regresión como agente terapéutico forman la base del pensamiento psicoanalítico de Balint. Para Balint (1937: 101) “se pueden encontrar vestigios y restos de [amor objetal primario] en todas las [fases de la vida mental] posteriores.” La experiencia del amor primario se describe como el intento del bebé de recrear la situación libidinosa de la vida fetal, con la misma catexis intensa que experimentó en ese entorno. Esta experiencia, según Balint, “probablemente sea indiferenciada; por un lado, todavía no hay objetos en su entorno; por otro lado, apenas tiene una estructura, es decir, no hay límites definidos del individuo; el entorno y el individuo se comprenden el uno en el otro, existen juntos en una ‘confusión armoniosa’” (1968: 66). Balint sostiene que el nacimiento interrumpe el estado de “equilibrio” y, por tanto, precipita o anticipa la separación del ser humano de su entorno. Haciendo referencia directa a Rank (1924), argumenta que el trauma del nacimiento es lo que ocasiona las relaciones objetales: “Los objetos, incluido el yo, comienzan a emerger de la confusión de sustancias y de la ruptura de la armonía de la extensión ilimitada” (1968: 67). La fase más temprana de la vida extrauterina no se considera narcisista, sino que se orienta hacia los objetos sobre la base de la experiencia prenatal. Inicialmente, Balint (1937: 98-99) consideró que esta relación objetal temprana era pasiva y describió la actitud motivacional del bebé de la siguiente manera: “ Yo debo ser amado y satisfecho, sin estar bajo ninguna obligación de dar algo a cambio .” Para Balint, esto “es la finalidad última de toda lucha erótica” (1937: 99). El amor objetal primario “no está vinculado con ninguna de las zonas erotogénicas; no es amor oral, de succión oral, anal, genital, etc., sino independiente ” (1937: 101; énfasis añadido). De esta manera, Balint (1951: 156) trató de extender el arco experiencial de la vida humana temprana, primitiva, más allá de la “esfera oral”. Esto, sin embargo, no condujo a una ruptura con la teoría clásica de las pulsiones. Balint mantuvo contra Fairbairn que la libido busca tanto el placer como los objetos. Por ello revisa la hipótesis de la “libido buscadora de objetos”: “además de la bien estudiada calidad de la libido, es decir, su tendencia a la búsqueda de placer, las observaciones clínicas han demostrado que su tendencia a la búsqueda de objetos no es menos importante” (1956: 291).
2. El amor objetal maduro y activo, como lo describe Balint, implica una recapitulación de la satisfacción primordial a lo largo de muchos “caminos” evolutivos: “Las fases sucesivas del desarrollo… las relaciones objetales sádico-anales, fálicas y, por último,
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