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IV. Aa. Heinz Hartmann, Ernst Kris, Rudolph Loewenstein y otros psicólogos clásicos del yo Algunas de las principales contribuciones de Hartmann radican en la elaboración de la diferencia entre la mutabilidad de las pulsiones instintivas humanas en comparación con la rigidez de los instintos animales; la elaboración de la agresión como una pulsión distintiva que opera según el principio del placer; y la extensión de la teoría freudiana sobre la neutralización y la sublimación. La psicología del yo es una ramificación de la teoría estructural de Freud, desarrollada por un grupo de psicoanalistas europeos que emigraron a los Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial. Los más influyentes entre estos psicólogos fueron Heinz Hartmann y sus colaboradores, Ernst Kris y Rudolph Loewenstein . Anna Freud trabajó con conceptos bastante parecidos, aunque con algunas diferencias de énfasis. Junto con sus estudios sobre el yo, Hartmann y sus colaboradores desarrollaron un conjunto de ideas sobre las pulsiones y sus transformaciones que fueron especialmente influyentes en América del Norte. Hartmann adoptó un enfoque biológico y evolutivo para comprender la naturaleza de las pulsiones. Observó (1948) que, en biología, el instinto animal fue visto inicialmente como un patrón fijo y heredado de acción, pero luego se reconoció que existía una gradación entre distintos animales que iba de este tipo de instintos a las pulsiones humanas. Hizo hincapié en que, en los instintos animales más simples, la fuerza impulsora y la adaptación a la realidad (en tanto a conductas a realizar) estaban estrechamente acopladas, en gran medida fijas, y ambas eran referidas como “instinto”. Argumentó que lo que remplaza al instinto primitivo en animales más complejos y en humanos no es solo la pulsión, sino la pulsión más los aspectos del yo. Sostuvo que Freud desarrolló su teoría de las pulsiones maleables y desplazables para explicar los hallazgos psicoanalíticos sin basarse en ideas científicas del siglo XIX. Así, para Hartmann, las pulsiones humanas (y de otros animales más complejos) encarnan un lado del concepto de instinto, mientras que el otro lado, la adaptación a la realidad, corresponde al yo. Esto conduce a una serie de consecuencias importantes que forman la base del trabajo de Hartmann y sus colaboradores. En primer lugar, el desarrollo del yo permite una expansión enorme de la adaptación flexible a circunstancias cambiantes, tanto externas como internas, en comparación con los patrones de acción fijos de los instintos. Hartman (1939) se refirió al yo como el órgano de adaptación del ser humano. En segundo lugar, debido a esta disposición, las pulsiones están más alejadas de la realidad. Esto puede generar problemas como la neurosis, pero también abre posibilidades como la sublimación, ya que las pulsiones se vuelven más maleables (Hartmann, 1952). Pero para que estas posibilidades se realicen, las pulsiones y el yo tienen que trabajar conjuntamente. El principal trabajo de Hartmann fue edificar una teoría que explicara la naturaleza de esta colaboración: en cuanto al yo, examinando lo que este aporta (funciones autónomas primarias tales como la memoria, el control de motilidad y la función integrativa) (Hartmann, 1950); en
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