Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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final del uso de las conceptualizaciones pulsionales por parte de los psicólogos clásicos del yo, se puede mencionar el conocido concepto de regresión al servicio del yo de Ernst Kris. Aunque a menudo se interpreta como una regresión controlada por el yo para satisfacer sus propias necesidades, Kris (1950, 1952) defendió que este proceso comportaba la cooperación del control del yo con la capacidad de neutralizar las pulsiones, e incluso de desneutralizarlas, permitiendo una profunda interrelación entre las pulsiones y el yo. Kris describía de qué manera los individuos altamente creativos eran capaces de llevar a cabo estos cambios rápidamente, pasando de las profundidades del ello a las alturas del yo, desde las pulsiones brutas hasta las versiones más altamente neutralizadas, lo que les permitía acceder a lo más profundo del ello y, casi al mismo tiempo, simbolizar esos contenidos a los más altos niveles. Entre otros que hicieron importantes contribuciones durante esta época al desarrollo de la teoría pulsional, se encuentran: David Rapaport (1951a, b), quien exploró las complejas relaciones entre los afectos y las pulsiones hacia una teoría psicoanalítica de los afectos; René Spitz (1946, 1965), quien estudió la depresión anaclítica y la ansiedad durante el primer año de vida; Max Schur (1962, 1966), quien exploró las transformaciones evolutivas de las pulsiones, y Robert Waelder (1936, 1962), quien actualizó las “series complementarias” de Freud y el principio de sobredeterminación, y postuló el principio de función múltiple, según el cual las pulsiones, junto con factores del yo y ambientales, están implicadas en la etiología de la neurosis infantil, así como en diversos resultados adaptativos y desadaptavivos. IV. Ab. Edith Jacobson: las pulsiones como potenciales innatos En su trabajo más destacado, “The Self and the Object World” [El sí mismo y el mundo objetal] (1964), Edith Jacobson revisó las ideas de Freud sobre el desarrollo de la libido y la agresión, y empezó a conceptualizar las pulsiones como productos de la interacción. Su propósito era fusionar la teoría relacional con la metapsicología clásica; es decir, alinear el punto de vista económico con la fenomenología de la experiencia humana. Para lograrlo, utilizó dos estrategias teóricas complementarias. La primera consistía en centrarse en la experiencia del niño respecto a sí mismo en su entorno –lo que en otro marco conceptual se denominó “el mundo representacional” (Sandler y Rosenblatt, 1962). En este marco, el mundo representacional del niño se derivaba de un sustrato psicobiológico innato. Jacobson propuso que las pulsiones instintivas eran “potenciales innatos” moldeados tanto por factores internos de maduración como por estímulos externos, particularmente en el contexto de las relaciones tempranas, que, a su vez, configuraban el mundo representacional del niño. Este enfoque le permitió mantener conexiones con modelos estructurales/pulsionales anteriores. Su segunda estrategia consistió en una revisión de los propios principios económicos, integrando la teoría de la libido con las vicisitudes de las relaciones objetales.

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