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Winnicott (1962b: 169) señala que su trabajo analítico se basa en el diagnóstico y que las pautas del diagnóstico hacen posible detectar aquellos pacientes que experimentan una regresión en el curso del tratamiento como parte de la relación de transferencia, y aquellos que están en regresión (personalidad límite o esquizoide) y necesitan un entorno contenedor en la situación analítica. Para estos últimos, la “gestión” lo puede significar “todo” (1954: 279); además, Winnicott advierte: “En la persona muy enferma hay poca esperanza de que se produzca una nueva oportunidad. En el caso extremo el terapeuta necesitaría acercarse al paciente y presentarle activamente una buena maternalización, experiencia que el paciente no hubiese podido esperar” (1954: 281-2). En los casos en que las fallas ambientales tempranas no han sido completamente desastrosas, Winnicott trata la regresión como una creencia inconsciente, que puede convertirse en una esperanza consciente: “que puedan revivirse ciertos aspectos del ambiente que originalmente fallaron, pero revivirlos de un modo tal que en lugar de fallar en su función de desarrollar y madurar la tendencia heredada, esa vez tengan éxito” (1959: 128). Sin embargo, para que se realice, se debe tener una fe genuina en la experiencia revivida; es decir, crear un medio en el que pueda “realizar una adaptación adecuada” (1954: 281). Lo que hace el analista y cómo se comporta no es menos importante que su comunicación con el paciente durante la transferencia mediante la interpretación. La regresión clínica es una regresión organizada , mediante la cual el analista responde a la necesidad del paciente de disponer de un medio tanto interno como externo. Esto supone la provisión de un espacio vital o potencial, donde los pacientes puedan descubrir nuevas formas de encontrarse a sí mismos; de ahí la “regresión en busca del verdadero sí-mismo” (1954: 280). En general, junto con Guntrip (1961; 1968), Winnicott (1954; 1960) destacó la importancia esencial de un fallo del objeto materno (“deficiencia ambiental”) en la etiología temprana del desarrollo patológico, que posteriormente puede desembocar en una constelación del falso sí-mismo (o falso yo): superficial, orientado hacia el exterior y fundamentalmente inauténtico, como algo opuesto al verdadero yo, que abarca la integración del mundo interno consciente e inconsciente del individuo. Además, los tratados de Winnicott sobre el valor evolutivo de la agresión (1951), el uso del objeto (1969) y sus teorías sobre objetos transicionales y fenómenos transicionales (Winnicott, 1953; 1965), la transferencia-contratransferencia (1949) y otros temas psicoanalíticos son imprescindibles para los estudios del desarrollo, la teoría y técnica clínica y los estudios interdisciplinarios de la creatividad y el arte. III. D. Bowlby John Bowlby fue supervisado por Melanie Klein y quedó contrariado porque sentía que a Klein solo le interesaba la vida fantasiosa interior del niño y olvidaba la relación real del niño con su madre. En su análisis minucioso del desarrollo infantil temprano, especialmente en lo que respecta a los efectos de la separación traumática de la madre
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