Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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Según Jacobson, la experiencia de placer o displacer del bebé constituye el núcleo de su relación con la madre (modelo estructural/pulsional). Desde el comienzo, la experiencia se registra en función de cómo la siente el bebé. Ella postuló que el tono afectivo de las experiencias más tempranas contribuye a la consolidación de la libido y la agresión y sienta las bases para las imágenes del sí mismo y objetales que determinarán cómo nos sentimos con nosotros mismos y con los demás. Las experiencias frustrantes o perturbadoras producen imágenes de una madre frustrante o que retiene y de un sí mismo enojado y frustrado; mientras que las experiencias más positivas generan una imagen de una madre amorosa y generosa y a un sí mismo contento y satisfecho. La teoría de Jacobson, por tanto, abordó el intercambio entre las experiencias reales y las pulsiones. Jacobson (1954) observó que, en el niño/a, antes de la formación de las barreras del sí mismo-otro, cuando las imágenes más tempranas se encuentran fusionadas –en lugar de constituir unidades diferenciadas– la percepción del otro moldea directamente la experiencia del sí mismo en forma de representación mental. En este estado de fusión primitiva, los objetos se internalizan como partes de las imágenes del sí mismo y, en última instancia, el sentido más profundo del sí mismo se desarrolla a partir de esas imágenes tempranas. Jacobson señaló que la integración de imágenes buenas y malas, es decir, tanto de la madre “buena” como de la madre “frustrante”, facilitaba la habilidad de integrar estados anímicos conflictivos. Finalmente, las imágenes afectivamente integradas del sí mismo y del otro permitían una mayor capacidad para las experiencias emocionales más complejas. Las experiencias preedípicas tempranas de constricciones y prohibiciones maternas producen imágenes tempranas en torno a las cuales se forma posteriormente el superyó. Freud (1938/1940) había descrito previamente la libido como una fuerza que une, mientras que la agresión rompe los vínculos. Jacobson aplicó estas ideas al proceso de separación-individuación: la libido actuaría integrando imágenes opuestas del objeto bueno y malo, y del sí mismo bueno y malo; mientras que la agresión promovería la separación y la diferenciación de las imágenes del sí mismo y el otro. Gracias a este proceso, Jacobson señaló una integración entre la teoría pulsional clásica y la teoría de las relaciones objetales. IV. Ac. Margaret Mahler: representaciones del sí mismo y objetales como una expansión de las vicisitudes pulsionales Después de la elaboración de Hartmann, uno de los trabajos más influyentes sobre el modelo pulsional, que abarcó nuevas dimensiones del desarrollo psicológico, fue el que llevó a cabo Margaret Mahler. Su interés por las relaciones objetales más tempranas del niño/a vino motivado por su estudio sobre patología infantil severa –el autismo y la psicosis simbiótica–, donde observó una marcada incapacidad de formar una relación nutritiva con los cuidadores (Mahler, Ross y DeFries, 1949; Mahler, 1952; Mahler y Gosliner, 1955). Esto hizo que Mahler planteara una teoría del desarrollo

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