Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API

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V. Ac. Erikson Las contribuciones de Erik Erikson (1950, 1956, 1968) al estudio de las relaciones objetales tempranas y sus influencias en el desarrollo de las estructuras del yo, también tienden un puente entre la teoría estructural de la psicología del Yo de la década de los cincuenta y el estudio clínico de las vicisitudes de las relaciones objetales. Erikson propuso una sucesión de la introyección a la identificación y la identidad del yo. Esta propuesta es seguida por algunos investigadores influyentes de la escuela norteamericana de las relaciones objetales (Kernberg, 1977), aunque con algunas modificaciones. Erikson no diferenció entre las organizaciones del sí-mismo y las representaciones objetales. Fue Jacobson (1964) quien hizo patente la diferenciación entre el sí-mismo y las representaciones objetales de las introyecciones tempranas y el desarrollo de estas estructuras. V. Ad. Jacobson Al igual que Mahler, Edith Jacobson (1964) fue capaz de conciliar el énfasis constitucional de Freud con el énfasis ambiental de los desarrollistas, al señalar sus influencias mutuas y continuadas en el transcurso del desarrollo. Ella describió el desarrollo del yo y el superyó junto con las representaciones del sí-mismo y el objeto, destacando el papel del afecto. Sus contribuciones fueron cruciales para introducir la conceptualización de “imágenes” o representaciones del sí-mismo y del otro como factores decisivos del funcionamiento mental (Fonagy, 2001). Jacobson creía que el bebé adquiere representaciones del sí-mismo y objetales con valencias buenas (amorosas) o malas (agresivas), según las experiencias de gratificación o frustración con la madre. “Ella introdujo el término ‘representación’ para enfatizar que este concepto hace referencia al impacto experiencial de los mundos interno y externo y que las representaciones están sometidas a la distorsión y modificación independientemente de la realidad física” (Fonagy, 2001, p. 56). Los conceptos del sí-mismo eran entendidos como estructuras complejas que incluían “la representación intrapsíquica inconsciente, preconsciente y consciente del sí-mismo corporal y mental en el sistema del yo” (Jacobson, 1964, p. 19). En su trabajo seminal, El sí-mismo y el mundo objetal (1964), Jacobson revisó las ideas del desarrollo de la libido y la agresión de Freud y amplió el impacto funcional de las pulsiones. Su propósito fue fusionar la teoría relacional con la metapsicología clásica, es decir, alinear el punto de vista económico con la fenomenología de la experiencia humana, porque estaba convencida de que esta experiencia era la que destacaba el papel de las relaciones con los demás. Jacobson empleó dos estrategias teóricas complementarias para lograr su objetivo. La primera se centraba en la experiencia del bebé de sí-mismo en su entorno, lo que Sandler y Rosenblatt (1962) denominaron el “mundo representativo”. El mundo representativo del bebé provenía de un sustrato psicobiológico innato. Jacobson propuso que las pulsiones instintivas no eran “dadas” sino más bien “potenciales innatos” moldeados por factores internos de

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